Este lunes 25 el diario La Nación publicó un lapidario artículo que se ilustró con el Mapa del crimen Organizado de la comisaría 44 realizado por los vecinos, más allá de las diferencias partidarias y religiosas, y que contó con el acompañamiento de la Fundación Alameda. Aquí la nota del diario, y otra publicada en su versión página web:
http://www.lanacion.com.ar/1484963-versalles-movilizado-por-el-delito
Versalles, movilizado por el delito
En ese barrio y en otros de la zona se denuncian robos, asaltos y la existencia de prostíbulos y desarmaderos.
Por Mariano Gaik Aldrovandi
Lo que debería ser una zona residencial en el límite entre la Capital y el conurbano es, para los vecinos, “un caldo de cultivo para el delito”.
Cinco barrios, la terminal de ómnibus y la estación de trenes de Liniers, once cruces de la avenida General Paz, la autopista Perito Moreno y el club Vélez Sarsfield: todo eso entra en la jurisdicción de la comisaría 44a.
Los vecinos denuncian que en las 492 manzanas comprendidas por la General Paz, Lope de Vega, Ramón Falcón, Tonelero y Humaita, en los barrios de Versalles, Villa Real y parte de Liniers, Villa Luro y Monte Castro, hay bandas dedicadas al robo de autos, casas y asaltos en la calle, al menos quince prostíbulos, cuatro desarmaderos, puntos de venta de droga y talleres textiles clandestinos.
La zona también está vinculada directamente al corredor del Acceso Oeste, donde hubo más de una decena de secuestros exprés y asaltos en los últimos meses. Sin ir más lejos, el 30 de mayo una banda robó un camión y tomó de rehén a cinco personas en la autopista Perito Moreno cerca de la bajada del estadio José Amalfitani.
Todos estos focos están plasmados en un “mapa del crimen organizado” realizado con la ayuda de la Fundación La Alameda, dedicada a perseguir el trabajo esclavo en talleres textiles.
Los vecinos trabajaron durante un año en la confección del mapa, a partir de las reuniones que realizan todos los jueves a las 19 en la Iglesia Nuestra Señora de la Salud, en Marcos Sastre y Bruselas.
“Lo que más preocupa a los vecinos es la cantidad de robos a autos, comercios y casas. El reclamo es que el barrio vuelva a ser un lugar habitable y no un barrio aguantadero”, dijo Lucas Schaerer, periodista e integrante de La Alameda.
UNA ZONA COMPLEJA
La definición de “barrio aguantadero” alude a la complejidad de la jurisdicción, definida por sus particularidades geográficas y sus centros de alta concentración de tránsito de personas y vehículos. “En la terminal de ómnibus de Liniers no hay control aduanero, y entonces es foco del tráfico de personas y de drogas. Allí arriban los ómnibus desde La Quiaca, con gente cruzada ilegalmente desde Bolivia y luego sometida en talleres clandestinos o usada como «mulas»”, explicó Schaerer a LA NACION.
Justamente, la mayor concentración de prostíbulos se da a pocas cuadras de la terminal de Liniers.
Otra preocupación de los vecinos es el funcionamiento de desarmaderos, especialmente en Villa Real y Versalles. “Hay uno a la vuelta de la comisaría 44a., en una casa sobre Lascano, en la misma manzana. Están las denuncias hechas y no se hace nada”, dijo un vecino que pidió que su nombre se mantuviera en reserva.
“La gran cantidad de desarmaderos hace que prolifere el robo de autos y ruedas”, explicó Schaerer. “A su vez, la cercanía con la General Paz y la ausencia de controles policiales hacen que en una persecución los delincuentes puedan escapar fácilmente hacia provincia”, dijo.
También se denuncia la gran cantidad de asaltos en la vía pública que quedan impunes porque las cámaras de seguridad no funcionan.
“Hace dos semanas, el esposo de una integrante de la asamblea fue asaltado por dos hombres que le partieron una baldosa en la cabeza, por lo que recibió 12 puntos de sutura. El patrullero demoró 45 minutos en llegar al lugar”, contó Schaerer.
Luego de un cacerolazo realizado el 31 de mayo pasado, en el que se presentó el mapa, los jefes de la comisaría hicieron su descargo junto a funcionarios del Ministerio de Seguridad el 14 de este mes; entre otras cosas, reconocieron que hay 35 cámaras de seguridad sin funcionar por la falta de un centro de monitoreo..
Hacer visible una ausencia
Por Fernando Rodriguez
Un incipiente movimiento vecinal busca hacer visible aquello que, en los discursos gubernamentales, es sólo una sensación; procura poner en blanco sobre negro el reflejo de la propia experiencia en oposición a la ausencia de estadísticas oficiales que las cristalicen, que les den el valor de verdad necesario para, a partir de la comprobación, pasar al plano de la respuesta.
El mapa del delito realizado por los vecinos de la asamblea Versalles de Pie recorre el mismo camino que el de los vecinos de Recoleta; en las próximas semanas aparecerán otros, como el de Caballito y, más allá de los límites de la Capital, el de Avellaneda.
El mapa del delito realizado por los vecinos de la asamblea Versalles de Pie recorre el mismo camino que el de los vecinos de Recoleta; en las próximas semanas aparecerán otros
Con todas las falencias metodológicas que se les puede atribuir, estos “mapas” son no sólo la exposición de la propia experiencia, sino la expresión de una necesidad legítima de ser escuchados por las autoridades y de conseguir, en consecuencia, respuestas eficaces.
Contra lo que suelen responder las autoridades, la información sobre delitos no es materia excluyente para las policías, los funcionarios que diagraman las iniciativas de prevención o los especialistas en política criminal.
Las estadísticas, lealmente hechas y presentadas en tiempo y forma, son un valor agregado para el ciudadano
Cualquier vecino tiene derecho a saber lo que ocurre en su barrio, en las calles donde deja el auto, en las veredas que recorre para llegar a su casa. A la hora de una mudanza, de la evaluación de la compra de un inmueble, por ejemplo, saber si en la zona hay puntos de venta de droga, proliferación de asaltos domiciliarios o ataques en la vía pública es vital.
Las estadísticas, lealmente hechas y presentadas en tiempo y forma, son un valor agregado para el ciudadano. De ahí la importancia de iniciativas como las de Recoleta, Versalles o las que están a punto de ver la luz.
Por otra parte, estos “mapas” van más allá de los delitos comunes. Abordan, además, indicios del crimen organizado en los barrios; la venta de drogas, los lugares donde se ejerce la prostitución o el comercio ilegal, talleres clandestinos e, incluso, presuntas “zonas liberadas”.
Estos “mapas del crimen organizado” hablan no sólo de robos y asaltos -el delito común-, sino de qué hacen los funcionarios responsables de la prevención y la represión del delito para recuperar el control de la calle y anticiparse a las eventuales situaciones de conflicto.