Los nombramientos del Papa Francisco rediseñan un diálogo novedoso. Las diferencias doctrinales en la economía y el cuidado de la casa común son evidentes.
Columna de opinión de Lucas Schaerer, periodista y miembro de la Fundación Alameda.
Me pregunta un colega por teléfono. ¿Qué diálogo existe entre el Gobierno y la iglesia?
Les dejo una reflexión un poco más extensa que dos minutos de un comentario por teléfono.
El diálogo es claro y directo entre la cúpula de la iglesia vernácula con el gobierno que conduce Mauricio Macri.
Eso no significa que las diferencias en temas claves para nuestra patria estén ocultas.
Están sobre la mesa. A la vista de todos.
El obispo de Lomas de Zamora y titular de la Pastoral Social Nacional, Jorge Lugones, que convoca al evento de Mar del Plata que inició este viernes y continua el fin de semana, fue lapidario con su crítica por volver a endeudarnos con el FMI.
Lugones bien replica las enseñas de la encíclica del Papa jesuita Laudato Si (Alabados Seas) y sobre todo su último documento (Oeconomicae et pecuniariae quaestiones) que evidencia las tripas del sistema financiero mundial que es el endeudamiento para someter, las off-shore para ocultar las ganancias turbias y sobre todo la concepción de la teoría del derrame que no coincide con los postulados de la doctrina social de la iglesia.
Otras de las fuertes diferencias en el diálogo es la oposición al sistema de explotación de gas y petróleo no convencional llamado fracking, que en la provincia de Mendoza impulsa el gobernador Alfredo Cornejo, parte de la alianza gobernante. Fue Lugones quien en la sede del CEA a referentes antifracking y se fotografió junto a ellos mandando un mensaje para el dialogo.
Es más el Papa Francisco acaba de designar nuevo arzobispo de Mendoza, al obispo Marcelo Colombo de larga experiencia en la lucha contra la megamineria que no pudo instalarse en la provincia de La Rioja donde aún sigue viviendo el obispo.
En el cuidado de la Casa Común también cuestionó con dureza el titular de la Pastoral Social la pretendida reforma de la ley de Glaciares para avasallar nuestras puras fuentes de agua a lo largo de la cordillera Argentina y así beneficiar a las multinacionales de la talla de la Barrcik Gold, ya expulsada del país hermano Chile por su saqueo y contaminación.
Otras duras concepciones en el diálogo de poder fueron las palabras del líder de la iglesia católica y obispo de San Isidro, Oscar Ojea.
“Se agravan aún más las desigualdades. La inequidad es enorme y cada vez se acentúa más. La desigualdad de los ingresos. El 60 por ciento de los trabajadores gana menos de 15 mil pesos. Por eso como iglesia decimos que el ajuste no lo tienen que pagar los pobres”, aseveró Ojea en la apertura del Diálogo que convocó la Pastoral Social. Se ganó la primera gran ovación ante la mirada atónita de la gobernadora María Eugenia Vidal y la ministra de Desarrollo Social nacional, Carolina Stanley.
El año pasado a pocos días de haber sido designado por el Papa argentino como el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) Ojea sostuvo ante la consulta por la reforma laboral que impulsa Macri y sus aliados, “el trabajo no es mercancía y debe ser digno para la persona”.
Tampoco la cúpula de la iglesia en coincidencia con el Papa Francisco aceptó la reducción del salario de los jubilados y pensionados con la llamada reforma. Es más las parroquias con sus laicos, como organizaciones amigas del Papa trabajaron para que los senadores no voten tremenda injusticia. La reforma previsional fue lograda pero con mucho menos de los votos que había estimado el gobierno de Cambiemos.
El diálogo también de los funcionarios y los obispos se expresa cuando en la sede del CEA son recibidos referentes gremiales, sociales y ambientales opositores. Es dialogo con aquellos que confrontan con los planes de gobierno en la calle casi todas las semanas.
Por ende en el aspecto del modelo económico y del cuidado de la casa común, sumado a que impuso el gobierno de manera abrupta el aborto, existen varios puntos con concepciones doctrinarias muy opuestas.
El diálogo se comprende en la designación de nuevos interlocutores de la iglesia con los poderes.
No se puede pasar por alto que hace una semana en la ciudad de la provincia más poblada de la Argentina se escuchó hablar de una “iglesia en salida, sinodal, asamblearia y con olor a oveja” que convoca el arzobispo de La Plata, Víctor Manuel “Tucho” Fernández.
Otro nuevo interlocutor con los poderes y el pueblo es en la ciudad balnearia más importante de la Argentina. En Mar del Plata el joven nuevo obispo, Gabriel Mestre, fue designado por el Sumo Pontífice tras el abrupto renunciamiento del obispo Antonio Marino, que quedó cuestionado en el mal manejo del abuso sexual de decenas de menores en una escuela católica local.
La otra provincia con nuevo interlocutor para los gobernantes es Santa Fé. Sergio Feloy generó una gran expectativa en una provincia que por muchos años quedó envuelta en los abusos sexuales del fallecido arzobispo Edgardo Storni. Estas son heridas aún abiertas.
Y por el lado de la provincia de Tucumán tras el asesinato de Juan Viroche, que apareció colgado en su propia parroquia, no estuvo a la altura de las circunstancia Alfredo Zecca y le significó su paso al costado. Lo reemplazó un obispo nacido en la provincia y más popular, Carlos Sánchez.
Otra manera de abrir diálogo es buscar en nuestro pasado reciente. Un mártir argentino no es cosa de todos los días. Enrique Angelelli muestra a un obispo de la iglesia enfrentado a la última dictadura genocida. La vida del obispo riojano fue una referencia hace pocas semanas para los 50 mil jóvenes que se movilizaron al Encuentro Nacional en la ciudad de Rosario.
El no dialogo es otra manera de mantener una relación. Por ejemplo cuando el gobierno de Macri impide que el debate para la cumbre del G-20 incluya el cambio climático.
Fue uno de los monseñores del Vaticano, Marcelo Sánchez Sorondo, quien criticó con dureza al gobierno argentino por su autodestructiva agenda del G-20.
El canciller de la Academia de Ciencias y Ciencias Sociales brindó conferencias en el salón Felipe Vallese de la CGT junto a Pablo Moyano, Gustavo Vera, y antes había sido anfitrión de una cena en la Casina Pío IV para 30 recolectores y barrenderos. Quienes ese 8 de noviembre de 2017, por la mañana, en plena Plaza San Pedro habían sido recibidos de manera especial por el Sumo Pontífice.
Esos gestos son diálogos más que evidentes.
Que se volvieron a sentir con fuerza en el mes de mayo en el Congreso Antimafia que el monseñor vaticanista cerró junto a Hugo Moyano. Este dialogo fue reforzado a principios de este mes cuando Sánchez Sorondo, enviado de Su Santidad, compartió una conferencia el día internacional del Medio Ambiente con los referentes sindicales que más enfrentan a Cambiemos.
El nuevo interlocutor del Gobierno de Macri y el Vaticano con Bergoglio es un africano. Nunca sucedió un nuncio apostólico (el embajador del Papa) negro. Se llama Léon Kalenga Badikebele, nacido en la República Democrática del Congo y hasta ahora estaba en El Salvador y en Belice, América Central. Este próximo viernes 29 de junio se realiza una misa en la Cátedral por el nuevo embajador papal.
No regresar a su patria es otro dialogo. Algo está diciendo el vicario de Cristo.
El gobierno, los obispos y el pueblo lo saben.