El escándalo de las coimas en ANDIS revelado a partir de los audios del ex titular Darío Spagnuolo confirma una vez más un entramado de corrupción dentro del gobierno que ya no puede esconderse detrás del blindaje mediático.
A los casos anteriores —PAMI, Libra, la compraventa de candidaturas, las valijas que Aduana nunca revisó, Kueider, las millonarias maniobras de dudosa legalidad de las empresas de los Menem en Banco Nación y la obra social de peones rurales, etc— se suma ahora un episodio que no sólo desnuda el modus operandi de la gestión libertaria, sino que marca un punto de inflexión en la relación con los factores de poder.
El quiebre del blindaje mediático
A diferencia de otras ocasiones, esta vez los voceros oficiosos del gobierno —Joni Viale, Antonio Laje, Eduardo Feinman, Alejandro Fantino— no salieron a minimizar ni a relativizar. Por el contrario, emplazaron directamente al presidente a cortar cabezas en su círculo más íntimo, incluyendo a los Menem y a su propia hermana Karina Milei.
Las editoriales dominicales de Clarín y La Nación reforzaron el mensaje: “si no hubiera elecciones en dos meses, el gobierno estaría en crisis terminal”; “el Senado es Crimea y ya está perdido”; “Milei atraviesa horas decisivas”. No importó que la filtración proviniera de periodistas opositores como Rial o Mauro Federico, ni que la denuncia la presentara Gregorio Dalbón, abogado de CFK. El sistema habló con voz propia y clara: Milei está desbordado y debe rectificar.
Por qué esta vez sí
La diferencia con el caso Libra u otros escándalos está en que ahora el círculo rojo —grandes empresarios locales y sectores estratégicos del trumpismo— decidió marcar la cancha. El mensaje es inequívoco: si Milei insiste en gobernar con su camarilla cerrada, ya no sirve para garantizar las reformas estructurales que exige el Fondo Monetario y reclaman los grupos de poder: la reforma laboral, una nueva reforma previsional y un ajuste fiscal más profundo.
El “sálvese quien pueda” libertario no alcanza. El sistema le exige una coalición amplia con otras derechas, aún antes de las elecciones, o lo dejarán caer.
Derrotas parlamentarias y cerco político
En el Congreso, Milei ya no controla la agenda. Diputados y senadores le rechazaron decretos y vetos de forma masiva. Apenas pudo sostener el veto a la reforma jubilatoria. El Ejecutivo perdió la capacidad de gobernar por ley y también por decreto. La resistencia parlamentaria demuestra que, aún con una buena elección en octubre, no podrá alcanzar las mayorías necesarias para imponer el paquete de reformas exigido.
Entre China y EE.UU.: la pinza geopolítica
A la fragilidad institucional se suma la presión externa. Desde Washington, el embajador designado por Trump, Lamelas, y el enviado Robert Lighthizer (invitado por Paolo Rocca de Techint) redoblaron exigencias para cortar el flujo con China y proteger la industria nacional. Este enviado del trumpismo es ex secretario de comercio del primer gobierno de Donald Trump y referente de la linea “proteccionista”.
Pero la realidad es que el gobierno libertario no logró frenar el avance chino: las importaciones crecieron 80% en el primer semestre y las inversiones en minería, litio y petróleo continúan expandiéndose.
Ni reforma, ni freno a China: para los poderosos, Milei es cada vez más un obstáculo.
Empresarios y bancos en alerta
Los siderúrgicos y la industria en general ya venían perdiendo con la recesión, los aranceles de EE.UU. y la apertura importadora. Los agroexportadores sufren por la baja de los precios y las retenciones. Y ahora incluso los bancos —los únicos que se beneficiaban con la bicicleta financiera— muestran su descontento: el BCRA elevó los encajes y limitó la especulación. El “pacto libertario con los mercados” empieza a romperse.
Internas a cielo abierto
El gobierno, lejos de ampliar alianzas, multiplica enemigos. Confronta con gobernadores mientras les recorta coparticipación. Humilla a socios como Jorge Macri, Frigerio o Cornejo imponiéndoles listas. Mantiene una guerra con Clarín por Telefónica, con Macri por la Hidrovía y el espacio aerocomercial. Y dentro de la Casa Rosada, la pelea entre el ala de Karina Milei y los Menem contra Santiago Caputo estalla en carpetazos.
El ultimátum del sistema
El libertarismo quedó sin blindaje. El mensaje es claro: o Milei cambia y se abre a un gobierno de coalición funcional al ajuste, o el sistema lo empujará hacia un final abrupto.
La advertencia se traduce en tres planos:
1. Económico: sin mayoría, solo habrá ajuste administrativo y recesión más profunda. El FMI aceptará “waivers”, pero con condicionamientos crecientes que hundirán la economía real.
2. Institucional: si el Congreso mantiene los 2/3 para insistir, el veto pierde eficacia. El Ejecutivo queda reducido a reglamentaciones, y el Senado ya probó que puede anular.
3. Político: cada nuevo escándalo eleva el costo de la alianza con UCR, PRO y gobernadores. La amenaza de un juicio político, aunque sin números, se convierte en un fantasma paralizante.
Conclusión: crisis o final anticipado
El gobierno enfrenta una encrucijada: abrirse a alianzas que le den aire y mayorías, o continuar en soledad hasta la agonía. Si Milei no cambia de rumbo, los escenarios más probables son:
• Crisis prolongada: recesión, más escándalos, parálisis legislativa y creciente presión social.
• Desgaste acelerado: pérdida de apoyos empresariales, mediáticos y externos, con un Ejecutivo sin capacidad de gobernar.
• Final abrupto: un desenlace anticipado vía crisis institucional, renuncia forzada o salida por arriba de un “virrey” funcional al sistema.
El sistema ya le marcó la cancha a Milei: si no cambia, lo que viene no es gobernabilidad, sino más crisis y quizás un final más cercano de lo que él mismo imagina.