Junto a los familiares de la Masacre ferroviaria de Once

Alame en tribunales

La Alameda, y su titular el legislador porteño Gustavo Vera, se hicieron presentes ayer lunes en la apertura del juicio oral y público por la Masacre Ferroviaria de Once donde fallecieron 51 personas. Acompañamos con todas nuestras fuerzas al único objetivo de los familiares y amigos de las víctimas, acompañada por la sociedad argentina, que es la cárcel para todos los responsables.

NOTA EN AGENDA OCULTA POR ELISA OJEDA, del grupo Familiares y Amigos de Víctimas y Heridos de la Tragedia de Once

Se cumplieron dos años desde que murieron 52 personas en la tragedia de Once y cientos de familias quedaron destrozadas. Elisa relata su historia y la lucha que enfrentan hoy los familiares y amigos de víctimas y heridos, mientras esperan el juicio oral que comienza el 18 de marzo para juzgar a los responsables. La fuerza que nace del dolor por estas ausencias mantiene en pie a una parte importante de la sociedad que siente y hace propia esta causa.

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ESPERANDO… JU5T1CIA. 22 de febrero de 2012, a las nueve de la mañana, desayunaba en un bar de Morón; terminaba con unos estudios médicos que requerían ayuno. Un televisor mostraba imágenes de un “accidente en Once”. Indiferente, seguí con el café con leche, y fue recién cuando vi una placa que decía “hora del impacto, 8.32”que, sin entender por qué, el corazón se me partió en mil pedazos. Pudiendo pensar, en ese momento, en cientos de familiares y amigos, solo pensé en él, en CARLI, mi sobrino (especie de hijo, hermano menor, razón de mi vida). Mi corazón no se equivocó, él ya no respondía y a partir de allí, todo lo que ustedes ya conocen. 

Al principio, me hice todas las preguntas: por qué a él, por qué a mi familia, por qué Dios y tantas otras cosas. Lo entendí muy pronto. No me conformó, pero lo acepté. Y al aceptarlo me dio toda la fuerza que necesitaba para comenzar a luchar, y eso es lo que hago desde hace dos años. Entendí que les tocó a ELLOS porque sus muertes iban a desatar esta lucha por JUSTICIA que, aunque es absolutamente desigual, es la más digna que conozco. Entendí que esta unión de los FAMILIARES Y AMIGOS DE LAS VICTIMAS DE LA TRAGEDIA DE ONCE tenía un común denominador: 52 preciadas vidas, truncadas, víctimas de algo tan sucio y mezquino como la corrupción.
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¿Por qué a NOSOTROS? No tengo dudas, aunque sé que nadie está preparado para afrontar semejante tragedia, tenemos esa fuerza extra que se necesita para ser un pequeño “David” contra un “Goliat”. Me pregunté por qué me tocó a MI? Esa pregunta fue la que me respondí más fácil. Yo nací en un pueblito muy chico, en Concordia, y CARLItambién. Él era hijo de mi hermana Zulma, era una mamá soltera. Al principio creíamos que por ser hijo de madre soltera te daba un plus para que te cuiden más, te mimen más, pero cuando el tiempo fue pasando y Carli fue creciendo nos dimos cuenta que todo ese cuidado y todos esos mimos extras daban su fruto: fue un hombre increíble, de una honestidad intachable. Buscando un futuro para Carlos, mi hermana llegó a Buenos Aires, trabajó, se casó, formó una familia y le dio a Carli el mejor papá que le podía tocar. Y, tras ellos, llegué yo. Hasta acá, mi historia chiquita.

Lo que sigue, es la historia que escribimos entre todos, la que forjamos día a día, esa que te llena el pecho cuando ves a la gente, en la Plaza de Mayo, que levanta una vela por tu lucha, y la hace propia. Nosotros no elegimos los que nos pasó, pero como decimos siempre, si elegimos qué hacer con eso. Siempre supimos que este era el camino más difícil, el que seguro tenía más espinas, aun así jamás claudicamos, ante nada ni ante nadie. Más de una vez siento que nuestra lucha es estoica. Jamás será gratificante. Es una batalla que si se pierde, perdemos todos. Y si se gana, para NOSOTROS va a ser solo un reparo porque, de hecho, ya perdimos. La corrupción nos robó 52 vidas. A lo largo de estos dos años, cada día, se hizo más pesado cargar, no solo con el dolor, sino con el daño moral, las mentiras, la crítica fundamentalista de aquel cobra un dinero por su opinión, los manejos perversos de quienes pretendieron separar este grupo usando, nada más y nada menos, que la propia necesidad de los que estamos sufriendo esta horrible tragedia.

El ejemplo más simple de lo que digo es el del ministro Randazzo. Él subestima a todo el GRUPO DE FAMILIARES cuando dice, públicamente, que habló con PAOLO MENGHINI, o cuando llama a MARIA LUJAN REY pretendiendo que la gente crea que alguno de los dos, Paolo o Lujan, pueden tomar alguna decisión en nombre del grupo, cuando el ministro sabe, perfectamente, que los padres de Lucas son, tristemente, voceros de los familiares porque pasaron la terrible desgracia de tener que buscar a su hijo 50 HORAS más que el resto de los familiares.

El Estado es el primero que, lastimosamente, se equivoca cuando da por hecho que el tren que chocó en Once estaba lleno de negros cabezas que venían del oeste y que todo sería solo un “accidente más”. Error. La gente del oeste creció, muy a pesar de la exclusión, se formó. El único que no entendió esto fue el Estado que en su “década ganada” no pudo brindarle a la gente un transporte digno y seguro para viajar, y en cambio permitió que funcionarios corruptos y amigos empresarios delincuentes arrasaran con todo dejando, en su atropello, familias destrozadas.
En el MALDITO TREN del 22, entre las 52 víctimas fatales había un escritor y gestor automotor, un músico muy joven, una diseñadora, una gerontóloga bilingüe, un estudiante de derecho, un estudiante de periodismo, una abogada, un ingeniero en sistemas, un estudiante de cine, un transportista, un tatuador, un amante de la astrología, un nene, una bebe por nacer, una empleada doméstica, un mecánico, entre cientos de trabajadores, pero ante todo, había hijos, nietos, padres, madres, hermanos, esposos, esposas, amigos. No eran ni opositores ni oficialistas, eran ciudadanos de a pie que solo debían ser respetados y cuidados.

El 18 de marzo, los jueces, JORGE TASSARA, JORGE GORINI y RODRIGO GIMENEZ URIBURU tienen no solo la responsabilidad, sino también la posibilidad de darles a los familiares un pequeño alivio, poniendo a los responsables de las 52 muertes, tras las rejas. Pero la posibilidad mayor que tienen, es la de devolverle a todos, la fe en la justicia; darle un mensaje claro a los corruptos de que el daño que provoquen se pagará en la justicia y lo que les espera es la cárcel. Creo en la JUSTICIA divina, pero a la justicia divina quiero llegar en PAZ, y la paz me la debe la JUSTICIAdel hombre, voy por esa justicia, confío en ella y en el poder que tiene la unión de todas las personas de buena voluntad que queremos un país donde nadie diga ALGO HABRÁN HECHO. Sino que digan cómo lo hicieron, quiénes lo hicieron, cuándo lo hicieron. Y hasta que todas las respuestas no sean respondidas satisfactoriamente no vamos a parar. Justicia para los muertos y heridos de Once, y justicia perdurable para todos los argentinos.

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