Todo comenzó allá por el año 2016, a partir de un hecho muy trágico como fue la muerte del sacerdote Juan Viroche; suceso que conmocionó al pueblo tucumano y motivó un fuerte reclamo de justicia. Fue en ese contexto que un grupo de vecinos de esa provincia entró en contacto con Gustavo Vera.
Para abril de 2017, Vera hizo una propuesta de formar un núcleo de nuestra organización allí y fue así que este grupo inicial decidió sumarse a ese sueño, con un enorme compromiso, honestidad, esfuerzo y amor al prójimo. La Alameda fue así un lugar donde poder militar y donde poder ejercer una enorme vocación de servicio.
Precisó en aquella ocasión Vera desde Tucumán: “Se cumplen 6 meses del asesinato del padre Juan, el cual todavía está impune. Al padre Juan lo mataron por denunciar a los narcos, a la trata, al poder mafioso en La Florida, a la corrupción estatal que le saca el sueldo a los trabajadores”.
“Estamos convencidos de que esta lucha la vamos a seguir adelante hasta las últimas consecuencias. No solo vamos a honrar la memoria de Juan, sino que también su lucha para que haya una comunidad sin esclavos, sin excluidos, sin narcotráfico, para poder tener una comunidad con trabajo, con dignidad y sin este poder mafioso que hoy, de alguna manera está oprimiendo al pueblo”, concluyó Vera.
“El grupo inicial fue así conociendo a otros compañeros de distintos lugares del país, entendiendo que La Alameda no era solo un símbolo, también era una entidad con identidad, con esfuerzo y una base sólida, lo que permite llevar al territorio un mensaje de fe y esperanza”, expresa por su parte Rodrigo, dirigente de la organización.
La Alameda continuó el pedido de justicia y la investigación.
Gustavo Vera aseguró que “sectores poderosos” pretendieron hacer pasar la muerte como un suicidio por supuestos amoríos de Viroche que nunca fueron acreditados. En cambio, vinculó la muerte con las denuncias a una zona liberada, por la Policía y los políticos locales, para la comercialización de estupefacientes, así como la existencia de una red de trata de personas, “la cual ultrajaba a niñas menores de edad, que eran drogadas y explotadas sexualmente en instalaciones inmobiliarias que pertenecen a la familia de una delegada comunal de esa localidad tucumana”.
Para mayo de 2017 se vio obligado a renunciar quien fuera arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca. La Alameda fue más allá y apuntó contra los hermanos Soria: Arturo alias “Chicho” y su mujer, Inés Gramajo, la delegada comunal, además de Jorge “Feto”. Este último ex integrante del “Comando Atila”,
una banda que realizó torturas en tiempos de la dictadura militar y que después se recicló dedicándose al crimen organizado. También mencionó a Luis Alberto Bacca, jefe de investigación de la brigada en la comisaría de La Florida. Luis Bacca finalmente fue dado de baja de la fuerza.
La Conferencia Episcopal Argentina (CEA), por su parte, exigió justicia a través de un comunicado y denunció cómo las mafias “no dudan en amenazar y asesinar a cuantos consideran un obstáculo a sus mezquinos intereses”. Y agregó: “Por desgracia son ya muchas las víctimas en nuestro país”.
Fue así como se realizaron marchas pidiendo justicia, trabajo y dignidad, un camino que también condujo con el tiempo y las luchas a participar de la Multisectorial 21F, promoviendo la unidad del Movimiento Obrero Organizado. En la lucha cotidiana contra todo tipo de trata, esclavitud y explotación. En la lucha por generar puestos de trabajo, microemprendimientos, y actividades que puedan mejorar la movilidad social ascendente así como la conciencia de los compañeros y compañeras.
En 2019, junto a la 21F, La Alameda Tucumán participó de la Marcha Nacional contra los Tarifazos del 14 de marzo y se ayudó a organizar la gran movilización del jueves 4 de abril con el lema No Aguantamos Más. En la sede de la UOM estuvieron el Sec. Gral. de la CGT local; el Sec. Gral. de Camioneros; el Sec. Gral. de SMATA; y las dos CTAs, prácticamente todos los gremios y movimientos sociales, como CCC y CTEP.
María Elvira Orquera, militante de la organización, explica parte de la tarea social que se lleva a cabo: “capacitamos a jóvenes desocupados y ayudamos a generar empleo genuino. Hay trata de personas y esclavitud laboral en buena parte por el desempleo. Sufrimos la explotación laboral en el trabajo rural con muchas personas que migran a otras provincias, a grandes fincas donde quedan reducidos a vivir en un cuarto a veces ocho, diez personas, no les pagan lo que corresponde, no pueden tener contacto con la familia, duermen en catres o en el suelo de manera deplorable. Si dignificamos el trabajo dignificamos al ser humano”.
Rodrigo Pérez, obrero ferroviario, referente de La Alameda Tucumán y hoy transitoriamente cumpliendo funciones como Delegado del Comité de Lucha Contra la Trata, logró con su iniciativa e impulso que se tratara y aprobara una ley local que prevee cupos mínimos laborales para la reinserción de sobrevivientes del delito de trata de personas. Con ese férreo compromiso de pueblo es que se conquistó en Tucumán una de las primeras normas de este tipo en el país, que hoy afortunadamente se va replicando de norte a sur.
La Alameda Tucumán, en palabras de Rodrigo, continúa su trabajo y organización “siempre con la guía del Papa Francisco, las palabras de Perón y Evita, siempre buscando una Patria justa, libre y soberana”