Claudia Santalla. Escribió lo siguiente el jueves 17 de Diciembre en la página http://derechoshumanosdesdelacuna.blogia.com
La fotografía muestra las montañas de guano, excremento de aves que diariamente tienen que limpiar los niños y niñas en los galpones de las granjas La Escondida, La Fernández y La Mimosa III, todas propiedad la empresa Nuestra Huella S.A. de Leticia García Luaces y su hija María Luz Luaces, (Leticia vive en el Country Carmel, donde fue asesinada María Marta García Belsunce). Esta empresa construyó su imperio de 60 granjas para proveer a hipersupermercados y países del exterior, gracias al trabajo de niños a partir de los 2 años.
“Yo me encargo de levantar los huevitos, saco la caca y junto las moscas muertas. Mi hermana de dos sólo junta huevitos”, contó Oscar, un nene que el sábado pasado cumplió cuatro años.
Cuando uno de los visitantes les regaló a los chicos una caja con leche y algunos juguetes, la pequeña Cuchu, de dos años, contó que “hacía mucho que no tomaba leche”
“Los más chiquitos trabajan todo el fin de semana, a veces ayudan en la semana y yo colaboro todos los días desde las 8 de la mañana hasta la tarde”, contó Mica, mientras cargaba el carrito donde los más chiquitos suben los maples llenos de huevos.
“Tendríamos que tener, por lo menos, dos adultos por galpón, pero la empresa quiere que una persona haga todo y como no lo puede hacer pone a sus hijos a trabajar y así ganan un sueldo y medio por juntar huevos y limpiar. Cada jefe de familia recibe 1.600 pesos por 14 horas de lunes a lunes y trabaja toda su familia con niños incluidos”
La empresa no es desconocida para la Justicia. El 16 de abril la granja La Mimosa fue allanada por el fiscal Juan José Maraggi, titular de la Fiscalía 2 de Zárate-Campana, quien descubrió siete galpones donde había niños utilizados como mano de obra. Trabajaban cercados por un alambrado electrificado que desató un escándalo en la provincia de Buenos Aires. “Curiosamente varios de esos flagelos aún persisten en la granja, aunque en el resto de las granjas el panorama es mucho peor como se ve en el video.”
Se llama “La Escondida” y está en Pilar. Se ocupa de explotar más de 5000 gallinas. Allí, trabajan a destajo niños de entre 4 y 15 años, entre tóxicos, moscas y el hediondo y contaminante guano.
La Panamericana es una caja de Pandora. Cada año revela una nueva lista negra de secretos disimulados detrás del Golf Club de Pilar y ruborizados por los exclusivos countries de Ingeniero Maschwitz. A tan sólo 60 kilómetros de Ciudad, existe una granja de al menos cinco hectáreas de extensión donde el trabajo esclavo infantil y la trata de personas tiene protagonismo los 365 días del año.
La finca pertenece a un conglomerado de otras 60 propiedades que la firma Nuestra Huella S.A., de producción avícola, explota a lo largo de Buenos Aires, San Juan y Córdoba. La compañía adjudica sus ventas en más de $6 millones anuales y exportan a países como China, Italia, España y tiene compradores nacionales como Wall Mart y Carrefour, entre otros.
En este caso, “La Escondida”, como llaman al predio, está ubicada en la bajada de Fatima a la altura del kilómetro 64,5 del ramal Pilar. Agrupa a cinco familias encargadas de cuidar, cada una, un galpón con más de cinco mil gallinas. Allí trabajan a destajo niños de entre 4 y 15 años, entre tóxicos, moscas y el hediondo y contaminante guano. Un combo decididamente mortal.
Llegar a “La Escondida” no es fácil, el nombre lo tiene bien ganado. El acceso es exclusivo para motos ya que desde la Ruta 9 hay que viajar unos 3 kilómetros tierra adentro. 24CON se embarcó en la travesía de cruzar medio Conurbano para visitar un lugar regido por conductas, leyes y obediencias del siglo XIX.
Agustín, un furioso encargado
Se exilió de Ciudad del Este, su lugar natal, por razones lógicas: ganaba miserias. En “La Salada paraguaya”, como la denominan, trabajaba en la imprenta del diario más importante de Paraguay, ABC Color, y ya se sentía como un “esclavo”. Entonces, decidió largar todo y partir con mejores expectativas al país vecino. Nunca pensó que en tierras bonaerenses se convertiría en “prisionero” de una granja.
Colectivo mediante, desembarcó cerca de Pilar. Empezó a trabajar en la construcción, pero los reincidentes días lluviosos le imposibilitaron cobrar y “mantener a sus tres hijos a los 23 años, no es nada fácil”. Así fue como uno de los dueños de Nuestra Huella le ofreció trabajo.
“Nos contratan sólo si tenemos familia”, declaró el hoy encargado de “La Escondida” a 24CON. El requisito tiene varios condimentos: “Mantener un galpón es imposible para un hombre solo, entonces cuando te levantan en peso porque no hacés la producción diaria, te dicen ‘para qué están tus hijos y tu señora’”. Así es como la rueda de la ilegalidad comienza a girar.
Agustín gana $1700 por el trabajo de dos personas. Junto con él, carga huevos Marisol, su mujer, quien “estuvo obligada a trabajar hasta en el día de su tercer parto”. Jura que ninguno de sus hijos entra al gallinero, pero no sabe hasta cuándo los jefes van a permitírselo.
“Tengo dos nenas y un varón, la más grande tiene 7 años y no voy a aprobar que trabaje como lo hacen las otras familias de acá”. Es que para recolectar los 30 cajones con más de 10.000 huevos, tiene que trabajar cerca de 13 horas diarias de lunes a lunes. Sin descanso. “Un tiempo también nos ofrecieron hacer la nocturna y nunca nos pagaron los días, solamente por eso nos deben como $2000 a cada uno”, reprochó el hombre.
Los galpones tienen altas concentraciones de excremento en estado de putrefacción, “porque hasta que no se junta mucho, no se lo llevan”, comentó. Así es como el nauseabundo olor y la maquiavélica invasión de moscas pone en jaque, sobre todo, a los más chicos, que “estamos obligados a ayudar porque no alcanza la plata”, balbuceó “Mili”, una nena de aproximadamente
Esclavos a puro huevo
En abril de 2008, la granja “La Mimosa III”, otra de las propiedades del grupo también ubicada en Pilar, fue allanada por inspectores del Ministerio de Trabajo luego de las denuncias realizadas por la ONG La Alameda y por el Movimiento de Trabajadores Excluídos (MTE). No obstante, luego de la intervención judicial “apenas hubo cambios cosméticos”, aseguró a este medio Gustavo Vera el titular de La Alameda.
Las paupérrimas condiciones laborales que denunciaron desde la Organización, fueron constatadas por 24CON. Dentro de las naves, los trabajadores están obligados a repeler a las moscas y las larvas con un insecticida muy tóxico del que sospechan “es la causa del riñón multiquistoso de mi hija”, dijo Agustín, quien confirmó la falta de medidas de protección: “Todas las veces que les pedimos barbijos y botas, nos dijeron que no”. Para los nenes, tampoco.
Por esta razón, admiten los abogados representantes de los “esclavos”, Pablo Sernani y Rodolfo García, fue que “nació una nena que le falta el labio superior”. Después de la intervención del Ministerio, “se blanqueó (a una parte de los trabajadores), pero el inexistente control hace que las míseras condiciones de trabajo persistan”, señaló Pablo Sernani.
Una cuestión de trata
Los juristas ya denunciaron penalmente a la empresa, y revelaron: “Representantes de la firma (liderada actualmente por Leticia Ester García de Luaces y de su hija, Luz Luaces) intentaron comprarnos al ofrecernos más de $100 mil pesos a cada uno para que no continuásemos con el caso”.
Y ahora van por más: “Mandan a buscar personas desde países como Bolivia y Paraguay para que vengan a realizar trabajos de servidumbre. Un claro ejemplo de trata de personas”. Pese a estar reglamentado desde el 2008 en el artículo 153 del Código Penal, la excusa que manifiestan los contratistas es: “Tenés trabajo asegurado, casa y no pagás impuestos”, indicó el encargado de “La Escondida”. Una realidad, porque los cascos de las viviendas están a disposición de sus habitantes, pero “el gas lo compramos nosotros, no es regalado y el agua tienen un sabor muy extraño”, enunció su esposa.
Según afirman Sernani y García, en las otras 37 granjas que la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) reconoce que Nuestra Huella tiene repartidas en las localidades bonaerenses de Exaltación de la Cruz, Pilar, Mercedes, Capilla del Señor, Lima y Escobar, funciona el mismo sistema de trabajo forzoso infantil en “condiciones infrahumanas y la prohibición de libertad”.
En los últimos días, relata Agustín, pudieron crear un portón por donde la gente logra escaparse, ya que en un comienzo “no nos dejaban salir a ningún lado, sólo vivíamos para trabajar”, dijo. Esto no les llegó “gratis”, porque hasta que lograron su libre circulación, “estuvimos cercados hasta con alambres electrificados”, destacó.
Situación que también perjudicó el estudio de los chicos ya que éstos “estaban privados de salir para ir a la escuela”. La hija más grande de Agustín estudia cerca de la granja y gracias al portón, “ahora puede ir todos los días, pero en una época teníamos que dar explicaciones para que ella pudiera estudiar”, manifestaron.
En carne propia
Entrar a “La Escondida” tiene dos caras. Si no hay “moros en la costa”, como rumorean los lugareños, hay vía libre. Pero si alguno de los veterinarios que controla a las gallinas está adentro, “es imposible, porque nos botonean”, dicen. Es más, “los profesionales están todos comprados, porque se mueren como 35 pollas a causa de Tifus por día y sigue todo igual”.
Las familias tienen sobradas justificaciones para quejarse, además de tener únicamente un sueldo base que cobra el cabecera y que lo trabajarían todos, los francos los percibirían en negro y “sí los cobran”, expresó uno de los abogados a 24CON. Este un tema candente en la comunidad, ya que “los días nominales los cobramos $75 y los francos deberíamos cobrarlos el doble y nos dan $50”.
Agustín se acostumbró a vivir en esta situación y perdió el miedo. Ahora está organizando reuniones, a través del radio aficionado interno que une a todas las granjas, para “llevarle la queja oficial a la patronal” e intentar así cobrar el monto total de lo trabajado. De igual forma insisten en el blanqueo de todos los trabajadores, ya que “se estima que en todas las granjas habría unos 300, pero registrados hay 80”.
Las denuncias
En resumidos términos, el 16 de abril del año pasado, fue el fiscal Juan José Maraggi a cargo de la Fiscalía 2 de Zárate-Campana, quien allanó “La Mimosa III” y descubrió varios galpones donde había niños que estaban siendo utilizados como mano de obra.
Más tarde, una lluvia de denuncias recaería sobre todas las estancias de la firma. “La Escondida” figura como anexo del expediente 2199 en la UFI Nº2. Pero todavía no tiene protagonismo mediático.
se puede creer que esta mujer ademas sea dueña de un colegio, de los mas chetos y caros de pilar, el santa maria,
como es que este a cargo de educacion infantil una genocida de niños!!!!!!