La Justicia tiene bajo la lupa 121 cabarets y “privados”. En muchos casos, llevan chicas engañadas y luego las obligan a prostituirse. En plena temporada, el negocio ronda el millón de dólares por mes.
Por: Guillermo Villarreal, diario Clarín 21/02/2010
No las dejan salir a la calle ni hablar por teléfono y les quitan los documentos. Las mantienen cautivas y las someten a un régimen de extremo sometimiento. No importa la hora, las despiertan cada vez que un cliente llama a la puerta o, a veces, para tomarles fotos en pose, semidesnudas, que van a ilustrar folletería y a promocionar el negocio en Internet. Así funciona el millonario negocio de las esclavas sexuales, sobre el que ahora la Justicia de Mar del Plata pone la lupa.
El método puede variar, pero para la Justicia el delito se encuadra bajo la figura de “trata de personas”. En la Fiscalía General Federal hay 54 causas abiertas (39 de Mar del Plata, el resto de Dolores, Azul y la Costa), con casi el mismo número de imputados: 32 hombres y 23 mujeres.
La investigación parece ir a fondo. Hace pocos días el Tribunal Oral Federal dictó, en un juicio abreviado, condenas de 4 años de prisión para una pareja que en un chalé ubicado en una esquina del coqueto barrio de Playa Grande explotaba sexualmente a una docena de chicas, entre las que había ocho extranjeras y una menor, de 17 años.
Aunque hay quienes dan su consentimiento para prostituirse, muchas de las chicas que llegan en el verano a “trabajar” a Mar del Plata lo hacen engañadas. Les prometen trabajos en casas de familia como domésticas o niñeras, y al llegar son convertidas en esclavas sexuales. Para reclutar, los explotadores viajan al exterior, aunque otras veces las mujeres llegan solas, seducidas por contactos que los tratantes tienen en algunos destinos.
Los “privados” de Mar del Plata -casas o departamentos que ofrecen servicios sexuales- proliferaron cerca del centro de la ciudad, principalmente en los barrios La Perla, Chauvin y La Terminal. Una investigación basada en las denuncias por las que se generaron algunas de las causas y en diferentes avisos en folletos y volantes dispone sobre el mapa de Mar del Plata 121 prostíbulos. Son los que la Justicia Federal tiene en la mira.
El número mayor está comprendido en las jurisdicciones de las comisarías Primera y Segunda. De allí se deducen las distintas medidas que apuntan a investigar la actuación policial. Un subteniente de la Policía está procesado en una de las causas, con prisión preventiva.
Pero el número de “privados” no siempre es el mismo. “La cantidad de “puertas” aumenta en la misma proporción en que crece la demanda de los consumidores de sexo, y esto en temporada de verano es indudable”, relató una fuente de la Justicia.
¿Cuánto dinero manejan las organizaciones? Las fuentes consultadas hacen una cuenta muy simple. Dicen que el promedio es de seis chicas por prostíbulo. Si cada una hiciera $200 por día (depende del monto, sería dos o tres pases al día), recaudarían $1.200 diarios que son $36.000 mensuales. Multiplicado por más de un centenar de establecimientos, la cifra supera, en plena temporada, el millón de dólares por mes.
El ejemplo está tomado sólo en un promedio teórico. En la práctica, hay testimonios de mujeres que han hecho hasta 17 pases en un día y en algunos casos hay pases “vip” que se cobran hasta $300 cada uno.
De todos modos, el porcentaje de dinero que reciben las mujeres explotadas es ínfimo. En los múltiples expedientes, las víctimas cuentan que les prometen la mitad de lo que generan, y que luego se los descuentan por distintos conceptos, como alojamiento y comidas. “Empezamos con deuda porque, aunque te traigan engañada, el viaje también te lo descuentan”, declaró una de las víctimas que fue traída desde Ciudad del Este, en Paraguay.
A fines de enero, sólo en un fin de semana se allanaron 18 casas y departamentos. Se hicieron algunas detenciones; allí encontraron a 70 mujeres que muchas veces vuelven al lugar cuando lo reabren. La razón: no tienen dónde ir. Por estos días, cualquiera que ande de a pie tiene a su paso un “privado” en Mar del Plata. A veces con una disimulada luz roja en el porche, otras con un cartel refulgente. Ya casi no hay chicas trabajando en la calle. Ahora están puertas adentro, pero por todos lados: La Posada, una de las wiskerías más populares de la zona roja -en el barrio La Perla-, funciona a no más de 50 metros de la casa del Obispo.
LO DICE UN FALLO JUDICIAL
“Evidente complicidad municipal y policial”
René, el subteniente de policía que trataba como prisioneras a la docena de mujeres que explotaba en Las chicas de Berutti. Julio, el contador de ARBA que llevaba las cuentas de Marilyn, su propio negocio. Gloria, la prostituta que concretó el sueño de su propio burdel abierto las 24 horas. Heterogéneo, el puñado de imputados por “trata de personas” -un delito que contempla una pena de hasta 15 años de prisión- provocó un fallo judicial que habla de “evidente complicidad de funcionarios municipales y policiales”.
No hay dudas en el caso del policía René: él y su mujer habían sido detenidos y los policías que estaban encargados de trasladarlos les permitían escapadas para que mantuvieran relaciones sexuales. Ambos cayeron en un allanamiento en el “privado” de Berutti al 3500, donde tenían mujeres que contaron que no las dejaban salir ni hablar por teléfono.
Los jueces Roberto Falcone, Néstor Parra y Mario Portela escribieron, en el caso de un local que funcionaba en Alvarado 301 y siguió funcionando luego de un allanamiento: “Estas irregularidades deben ser mejoradas en lo sucesivo, para que se pueda desmontar realmente toda la cadena que evidentemente cuenta con complicidad de funcionarios policiales y municipales”. Impusieron 4 años de prisión a la pareja imputada. La mujer era quien se encargaba de ir a buscar a las chicas a Paraguay.
Julio, contador del Departamento de Fiscalización de ARBA, negó todo: dijo que no sabía que en el sobre que le llevaban cada mañana a su departamento estaba el cuaderno con anotaciones sobre “los pases y las copas”, y que creía que las chicas que su pareja traía de Ciudad del Este eran primas de ella. Una gran familia: una testigo contó que trajo, al menos, a 30 chicas. El contador también fue procesado por trata de personas.
EL TESTIMONIO DE UNA VICTIMA A LA QUE LE HABIAN DICHO QUE TRABAJARIA COMO NIÑERA
“Escuché música fuerte y supe que no era una casa de familia”
En los expedientes que formó la Justicia Federal de Mar del Plata sobre trata de personas hay testimonios estremecedores de las víctimas. El que sigue es uno de ellos (la identidad de la declarante se resguarda por indicación judicial):
“Vivía con mi mamá y mis cuatro hermanitos y me enteré de que una mujer andaba buscando chicas paraguayas para traer a la Argentina, para cuidar a su hija. Hablé con ella y me prometió que trabajaría como niñera, que iba a vivir en su casa y me pagaría 1.000 pesos por mes”.
“Le dijo a mi mamá que además yo le iba a poder mandar plata, y a la otra noche tomamos un micro de mi pueblo hasta Asunción. Después otro micro a Retiro. Ella pagó todo, la comida, los pasajes. Mis documentos siempre los tenía ella, sólo me los dio cuando pasamos la frontera. Después me los volvió a quitar. Cuando llegamos a Retiro nos fue a buscar un hombre alto, que nos llevó en su auto”.
“Yo no sabía adónde íbamos. Viajamos hasta que llegamos a una casita. Escuché música fuerte y supe que no era una casa de familia”.
“A la mañana siguiente, la señora nos reunió a mí y a otra chica y nos dijo cuánto valían las bebidas y cuánto un pase. Como yo no sabía qué era un pase, pregunté, y ella me dijo: no se dan cuenta de que están en un quilombo. Le dije que yo no me iba a quedar y ella me dijo que me guste o no iba a trabajar, porque para eso estaba ahí. Los pases era tener relaciones con clientes en la habitación. Después nos explicó las reglas: la media hora 100 pesos y los 15 minutos 80 pesos”.
“Supuestamente me correspondía el 50 por ciento, pero nunca nos daba nada. Sólo una vez le giró 300 pesos a mi mamá, y nos daba 10 pesos por día para que comiéramos, entonces íbamos a un almacén que estaba cerca. Teníamos 10 minutos. Si nos pasábamos, nos ponía una multa de 300 pesos”.
“En la casa había otras chicas paraguayas, una chica de Brasil y una encargada, que era la que anotaba en un cuaderno lo que pagaban los clientes y nos daba anticonceptivos y profilácticos. Nos daban polleras cortas, ropa transparente y botas de caña alta hasta la rodilla. Yo no la quería esa ropa”.
“Trabajaba los siete días de la semana de once de la noche a cinco de la mañana, y generaba 3.000 pesos. Me decían que me correspondía la mitad, pero no me dieron nada”.
“A mi mamá le mentía para no preocuparla y no le decía dónde estaba. Un día no aguanté más y decidí irme, pero no tenía plata ni documentos, porque me los habían sacado, y cuando dije que me quería ir, me dijeron que no me dejarían porque les hacía ganar plata, y además que no me darían mis documentos porque les debía plata”.
“Un día otras chicas discutieron con la dueña por lo mismo, se querían ir y pedían la plata que no les habían pagado. Entonces se fueron y volvieron con la Policía. Pero la Policía ya había ido tres o cuatro veces. Iban y nos preguntaban si estábamos a gusto, si estábamos bien, y después nos hacían firmar un papel. Nosotras decíamos todo que sí, porque ella nos tenía amenazadas, nos decía que nos acordáramos que no estábamos en nuestro país y que nos podía tirar en una zanja, matarnos o meternos presas”.
“Un día, a la tarde, nos escapamos con otra de las chicas, nos tomamos un colectivo y nos fuimos a Buenos Aires. Antes fuimos a la comisaría a hacer la denuncia. Pero no nos tomaron la denuncia, nos dijeron que teníamos que ir con un abogado. Yo sólo pude hacer una declaración diciendo que había perdido mi documentos.