Mauricio Silva era un sacerdote especial. Era barrendero. Para la última dictadura militar esto merecía su detención y desaparición. Así sucedió el 14 de junio de 1977. El entonces legislador porteño del partido Bien Común, Gustavo Vera, propuso a Mauricio Silva para que se declare por ley el Día del Barrendero.

Desde entonces la iglesia recuerda a Silva en una misa y también convoca a los trabajadores del sector que están organizados en el Sindicato de Camioneros.

Aquí las palabras del secretario gremial porteño de Camioneros, Marcelo Aparicio.

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