20 de noviembre: independencia, libertad, soberanía y unidad nacional


La gesta de Vuelta de Obligado, aquel 20 de noviembre de 1845, fue uno de los hitos heroicos más importantes de la Guerra del Paraná.  Un ejército y un pueblo en armas luchando por consolidar su soberanía. 

Las dos potencias más grandes y poderosas de la época unidas se lanzaron a la conquista de nuestras vías navegables.  Fue así que una flota anglo francesa compuesta por buques de guerra, pero también buques mercantes con sus productos elaborados para inundar nuestras tierras, pretendieron perforar el Paraná río arriba. 

“El objetivo era imponer el libre comercio en desmedro del proteccionismo local. Los objetivos de la política exterior inglesa consistían en asegurar en la Cuenca del Plata un mercado para sus exportaciones y para sus créditos e inversiones; abrir la navegación de los ríos interiores y crear un nuevo estado cerrojo conformado por las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones. La guerra que se desató entonces, fue calificada por el general José de San Martín como la “Segunda Guerra de Independencia”.” (1)

Las tropas al comando de Lucio Mansilla batallaron durante más de siete horas ante una flota que los superaba en número y armamento.  Lo hicieron con bravura, con entrega, con una inconmensurable inteligencia y creatividad que sólo surge cuando late el corazón que quiere ser libre. 

Aquella resistencia en Vuelta de Obligado fue el hito de honor de la Guerra del Paraná que terminaría mediando el año 1846 con la victoria de las tropas argentinas sobre los invasores en la Angostura del Quebracho y la rendición inglesa.

La historia continúa, es larga y sinuosa, tiene traiciones, cipayos, héroes trascendentes y anónimos, avances y retrocesos, exilios, retornos y legados.  Pero nuestra Patria tiene lo que ningún concierto de traidores ni invasores puede terminar de doblegar: un pueblo manso para la vida pero bravo para la lucha por su dignidad.

Hoy, con nuestra soberanía en disputa y un acoso sistemático que pugna por la disolución nacional y el saqueo definitivo ante la insultante celebración de un Gobierno anti argentino, bucear en nuestra historia pasada y reciente y reconocernos en nuestro espíritu y ser nacional nos puede permitir  encontrar un camino de liberación.

Un mismo pueblo, una misma historia.
En su Carta a la Hacienda de Figueroa que Rosas escribe a fines de 1834 a Facundo Quiroga en medio de la guerra civil y de una Nación que no terminaba de constituirse, quedan plasmados cuatro principios que son retomados por nuestro Papa Francisco en sus encíclicas y que, en pos de construir política y socialmente el futuro de felicidad que merecemos, deben ser tomados como ejes indiscutidos:
– la realidad es superior a la idea; – el todo es más importante que la parte; la unidad vence al conflicto; – el tiempo vence al espacio

San Martín, Rosas, Perón: la continuidad histórica donde podemos observar plasmadas las luchas, las victorias, las derrotas, los aprendizajes y el orgullo de nuestro pueblo.  Francisco, hijo de este pueblo, que con su magisterio abre una esperanza mundial por una sociedad justa, libre, soberana,  inclusiva y sustentable.

San Martin, Rosas, Perón, Francisco. Allì debemos abrevar para revitalizar el coraje de Vuelta de Obligado en la resistencia y la gloria definitiva de Angostura del Quebracho en la victoria.

Que resuene nuevamente el orgullo de San Martín ante la batalla de Obligado, donde aseguró: “los Argentinos no son empanadas que se puedan comer con sólo abrir la boca

Viva nuestro Pueblo!. Viva nuestra Patria!


(1)  Emiliano Vidal, artículo “La soberanía nacional y los malditos de la historia”, radiografica.org.ar, 20/11/2020

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