Se realizó en la Academia Pontificia, en Ciudad del Vaticano, un encuentro con los principales referentes de la política y la economía del mundo donde se abordaron en diferentes paneles los temas más urgentes del mundo actual y los desafíos en y post pandemia.
Compartimos aquí las observaciones e implicaciones:
Casina Pio IV, Ciudad del Vaticano 14 de mayo de 2021
La crisis actual y el estado de confusión mundial deben superarse acabando con el globalismo del egoísmo, la exclusión, la indiferencia y la cultura del descarte. La desigualdad y el hambre van en aumento, lo que plantea grandes retos éticos, económicos y políticos ante los que los responsables políticos, la sociedad civil y la comunidad empresarial deben reaccionar.
Aunque las consultas no tenían como objetivo un consenso, surgieron importantes mensajes para la acción, directa e indirecta, desde la perspectiva de las Academias Pontificias de Ciencias y Ciencias Sociales:
1 El mundo post-COVID requiere un nuevo comienzo en el espíritu de la encíclica del Papa Francisco “Fratelli Tutti”, fraternidad para todos. Se requiere una apertura que nos permita reconocer, apreciar y amar a cada persona, independientemente de su proximidad física y del lugar donde haya nacido o viva. Al contemplar las iniciativas para financiar la salida de las crisis actuales, deben figurar en el orden del día las necesidades de los pobres y hambrientos, muchos de los cuales dejaron de soñar con un reinicio mejor. El enfoque que debe favorecerse es el de la resiliencia transformacional, que consiste en aumentar la resilencia frente a las vulnerabilidades de los países y de los pueblos.
2 La crisis multifacética de la salud, es decir, la pandemia, el rápido cambio climático, el aumento del hambre y la malnutrición, y la falta de empleo, especialmente entre los jóvenes, exigen un replanteamiento de los conceptos económicos y sociales fundamentales que preocupan a la política. La inacción puede desencadenar más conflictos y guerras. Aunque se reclaman políticas económicas eficientes y eficaces, se necesita más: problemas globales como las pandemias, el cambio climático, el hambre y la pérdida de biodiversidad exigen una acción colectiva global, y eso también se aplica a la financiación de las acciones para poder avanzar.
3 Abordar los problemas de la deuda de los países en desarrollo, la financiación del clima para la transformación verde, hacer frente a Covid19 y superar el hambre, son cuestiones que deben ir juntas en una agenda política coherente. Es urgente remodelar las finanzas, lo que requiere que los sistemas de contabilidad financiera incluyan métricas sociales y medioambientales y que la inversión de impacto se convierta en una norma de comportamiento. Registramos el valor de lo que cosechamos de la naturaleza, pero no hacemos ninguna anotación correspondiente a su degradación. Esto significa que el verdadero coste de los alimentos y de la energía no se señala a los mercados. En apoyo de esto, las siguientes tres son acciones importantes, 1) las Instituciones Financieras Multilaterales y los Bancos de Desarrollo necesitan ser apoyados con recursos significativamente ampliados y los fondos de inversión de impacto y éticos, optando por la justicia, la paz y la integridad de la creación, deben ser alentados; 2) el fin de los paraísos fiscales y el establecimiento de una fiscalidad corporativa global unificada a niveles significativos; 3) las conferencias globales de 2021 COP26 del Clima, Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU, COP15 de la Biodiversidad necesitan conectarse de manera significativa, y deben conducir a agendas de acción y compromisos mancomunados y claros.
4 La urgencia de una acción climática más potente aumenta con cada año que se pierde. La débil competencia, el débil crecimiento de la productividad, las crecientes desigualdades y las democracias degradadas están fallando a los ciudadanos. Los países tienen que cooperar para establecer reglas y normas, especialmente en el ámbito de las finanzas, la banca y el régimen comercial internacional. Es crucial movilizar la financiación de los sectores público y privado para impulsar la transición a cero gases de efecto invernadero y ayudar a los países vulnerables a hacer frente a los impactos climáticos en la salud de sus habitantes. Contar con un precio global del carbono, que ciertamente tiene que ser mucho más alto de lo que actualmente contemplan la mayoría de los gobiernos y las empresas, si se tienen en cuenta los costes directos e indirectos de las devastaciones climáticas previstas, es el mecanismo más poderoso para promover las inversiones del sector privado en mitigación y adaptación.
5 Es necesario centrarse mucho más en los pobres y hambrientos, y en la equidad, en relación con los sistemas sanitarios y los sistemas alimentarios, a comenzar desde “las periferias del mundo y de las grandes ciudades”. Una gran parte de los pobres está relacionada directa e indirectamente con los sistemas alimentarios y la agricultura. Los sistemas alimentarios generan un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero y también son cruciales para la adaptación. Hasta ahora, la financiación climática destinada a la mitigación y adaptación de los sistemas alimentarios ha sido relativamente limitada, pero las oportunidades son grandes en los países de ingresos bajos y medios, tales como las inversiones en la restauración de tierras, la forestación, la denegación de los cambios del uso del suelo negativos para el clima, y las inversiones en las cadenas de valor para reducir el desperdicio y la pérdida de alimentos.
6 El fin del hambre es posible con reformas políticas adecuadas e inversiones focalizadas, pero para ello se necesita financiación. Las estimaciones basadas en la ciencia sugieren que se necesitan entre 40 y 50 dólares anuales para los próximos 10 años. Además de la ayuda al desarrollo (AOD), debería considerarse la financiación de un Fondo para el Fin del Hambre, propuesto también por el Papa Francisco, y el respaldo de una nueva financiación mediante el aumento previsto de los DEG que podría facilitar los “Bonos para el Fin del Hambre”. El FMI y el Grupo del Banco Mundial son los mejor posicionados para encontrar los mecanismos que aseguren estas inversiones. La duplicación de la financiación anual para el desarrollo (AOD) dedicada al desarrollo agrícola y rural y a la seguridad alimentaria y nutricional debería formar parte de esa iniciativa lanzada en la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU de 2021.
7 Las inversiones en la transformación verde son una enorme oportunidad para el crecimiento sostenible y el empleo. Existe un rápido crecimiento del mercado de bonos verdes. El mercado de bonos verdes alcanzó 1 billón de dólares en emisiones acumuladas en diciembre de 2020. Sin embargo, no hay normas mundiales bien definidas sobre lo que constituye la financiación climática “verde”, es decir, los riesgos de “lavado verde (greenwashing)”. Es necesario que los fuertes incentivos basados en datos sólidos movilicen la financiación de las inversiones. Los datos y los instrumentos tecnológicos pueden permitir las inversiones.
8 Es comprensible que los gobiernos quieran que el sector privado participe más activamente en la financiación de la acción climática. Pero los gobiernos están llamados a asumir la mayor parte de los costes de mitigación y adaptación al clima, que movilizan la financiación. El cambio climático implica muchas externalidades, los mercados actualmente no envían señales claras para la acción, sólo las acciones voluntarias del sector privado no serán suficientes. Hacemos hincapié en que la ciencia y la innovación para hacer frente a las crisis climática y alimentaria, especialmente la biociencia, la ciencia digital y de la salud y las ciencias sociales, desempeñan un papel clave para la sostenibilidad en el Antropoceno. La inversión en ciencia es demasiado baja y el reparto global de la ciencia es demasiado limitado. Debido a los bajos ingresos, la desigualdad entre países en cuanto a gasto y capacidades científicas es enorme y reduce la capacidad de respuesta de los países de ingresos bajos y medios ante las crisis.
9 La ciencia está desempeñando un papel clave para hacer frente a las pandemias y a los mecanismos para hacerles frente, así como para el desarrollo de vacunas. Ahora es fundamental aumentar la producción y el reparto equitativo de las vacunas a nivel mundial. La pandemia no ha terminado. Los efectos a largo plazo sobre la salud son una cuestión emergente. La eficacia de una campaña de vacunación depende de que sea universal. Por lo tanto, es imperativo proponer que la vacuna sea considerada un bien común global, con las consiguientes implicaciones en el frente de la regulación y los sistemas de reparto.
10 Tal y como subrayaron PAS y PASS en 2020 en su declaración conjunta al inicio de la crisis de Covid19, es necesario llevar a cabo una profunda revisión de las visiones del mundo, los estilos de vida y las valoraciones económicas a corto plazo para hacer frente a los retos del Antropoceno. Se requiere una sociedad más responsable, más compartida, más igualitaria, más solidaria y más justa si queremos sobrevivir y no tener guerras locales o mundiales. Hay que seguir insistiendo en este llamamiento. El desarrollo humano integral pretende ser transformador, ya que pretende mejorar la vida de las personas potenciando sus capacidades. Como se subraya en Laudato Si’, el objetivo final del enfoque del desarrollo humano integral es que las personas sean más verdaderamente las autoras de sus propias vidas.