El economista de la Alameda escribió sobre la industria textil

ByLa Alameda

Nov 13, 2010

http://www.elargentino.com/nota-113879-La-espada-de-Damocles-de-la-informalidad-laboral.htmlMuy

Artículo publicado en el diario Buenos Aires Económico (BAE) y escrito por Ariel Lieutier, ex subsecretario de Trabajo porteño y hoy miembro de la Fundación Alameda.

La espada de Damocles de la informalidad laboral

En el reciente cierre de las negociaciones paritarias de la industria de la indumentaria, la novedad fue que el sector vivió un incipiente reverdecer de la actividad sindical. Por primera vez en varias décadas la posición de defensa de los trabajadores derivó en un cese de actividades como medida de fuerza. La misma fue promovida por delegados de base que ejercieron presión sobre la cúpula sindical para que tuviera que acompañar la medida.

La mayoría de estos delegados son jóvenes que están realizando sus primeras prácticas sindicales. Algunos de ellos han trabajado en talleres clandestinos, y han sido víctimas de trata y de trabajo esclavo.

Sin embargo, a pesar de las acciones realizadas, los resultados obtenidos fueron frustrantes para los trabajadores. Del 45% reclamado de recuperación salarial, apenas obtuvieron un 18%, a hacerse efectivo en tres cuotas (la última en febrero del 2011), y la promesa de volver a discutir el tema en abril del año que viene.

El 18% acordado de aumento salarial resulta magro si se lo compara con las subas alcanzadas por otros sectores a lo largo del presente año. En efecto, los trabajadores curtidores obtuvieron el 45% de recuperación de sus ingresos, en alimentación fue del 35%, camioneros 25% y los trabajadores de la sanidad lograron un 27% de aumento, firmado casi en paralelo con el de la indumentaria.

Como agravantes, se deben considerar dos aspectos adicionales. En primer lugar, los salarios de los costureros son de los más bajos de la industria y apenas están por encima del salario mínimo vital y móvil. Por lo tanto, la recomposición es escasa no sólo en términos porcentuales, sino que tiene poca significación en términos absolutos.

El segundo agravante del resultado de las paritarias es que el componente fijo del salario apenas aumenta un 10% y el restante 8% corresponde a conceptos variables como presentismo y los premios por producción. Estos adicionales variables no se cobran de manera homogénea en todas las fábricas, particularmente lo referente a los premios por producción, donde suelen sucederse discrecionalidades y manipulaciones por parte de los empleadores. La ausencia de representación sindical en muchos establecimientos deja indefensos a los trabajadores ante este tipo de arbitrariedades.

La principal razón que explica el desfavorable acuerdo alcanzado es la debilidad de la organización sindical que nuclea a los costureros. En la industria de indumentaria más del 70% de los trabajadores se encuentran en negro (la media nacional para el conjunto de las actividades se ubica en el 34%), y gran parte de la actividad de confección se realiza en una extendida red de talleres clandestinos.

En estas unidades productivas, los trabajadores (los que en no pocas ocasiones han sido víctimas de trata de personas) deben laborar jornadas de más de 14 horas, con bajísimos salarios, en condiciones de hacinamiento y ausencia de los mínimos requisitos de seguridad e higiene. A esto se le suma que, muchas veces, a los trabajadores se los somete a tratos brutales, se les retienen los documentos, y no pueden salir libremente del taller, el que en ocasiones sirve también de vivienda. Se estima que sólo en la Ciudad de Buenos Aires hay cerca de 30.000 trabajadores en talleres clandestinos.

Lógicamente, la extensión del trabajo no registrado y la existencia de una red clandestina de producción les restan capacidad de presión a los trabajadores que se desempeñan en el segmento formal de la economía; ante presiones sindicales, cobra fuerza la amenaza latente de que las empresas podrían optar por recurrir a la informalidad.

La desidia de las entidades sindicales del sector para enfrentar la informalidad y el trabajo esclavo les ha vuelto como un bumerán y ha debilitado su fuerza para defender los intereses de la “aristocracia obrera” que pretenden representar.

Como se ve, la informalidad, la clandestinidad y el trabajo esclavo, no sólo constituyen una alternativa de producción barata para las marcas de indumentaria, sino que desempeñan un rol análogo al del ejército industrial de reserva, manteniendo a raya las pretensiones obreras. La falta de estrategias de la organización sindical para combatirlas ha tenido un alto costo para los trabajadores de los segmentos informales y clandestinos, pero ahora la cuenta también les llegó a los pocos costureros que tienen el “privilegio” de trabajar en blanco.

Los delegados jóvenes que han impulsado las recientes reivindicaciones deberán tomar en cuenta un hecho que parecen haber ignorado las viejas conducciones: para defender el salario de los trabajadores en blanco hay que pelear por los derechos de los trabajadores no registrados.

*Economista (UBA), coordinador del Departamento de Trabajo y Empleo de la Sociedad Internacional para el Desarrollo, Capítulo Buenos Aires (SID-Baires); www.sidbaires.org.ar

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