Un artículo escrito y publicado por una persona a la que no estamos ligados por ninguna cuestión personal, ni militante. Dimos con el artículo vía internet. Aquí va el texto:
El juez Zaffaroni, Víctor Hugo, La Fundación Alameda y ese mar y ese coche.
¿Quienes son estos tipos de Alameda? ¿Qué hacen? ¿En carácter de qué ensucian el buen nombre, la trayectoria y el respaldo jurídico de un tipo como en juez federal Eugenio Zaffaroni?
Alameda es una organización que nació en las vísperas del año 2001, un grupo de vecinos se juntaron y formaron una de las tantas asambleas populares de aquellos años, en la esquina del Parque Avellaneda, justo en la esquina de Lacarra y Directorio. En aquellos años el “Bar Alameda” que había estado funcionando hasta el año 1997, en aquellos años era un edificio abandonado, una esquina abandonada por sus dueños de entonces que un día cualquiera habían decidido que era el momento de cerrar, de no pagar indemnizaciones y de mandarse, como se dice a mudar.
María me muestra los libros que apilan en los estantes de una incipiente Biblioteca Popular, me muestra el taller de cerámica, subimos hacia los talleres en donde se fabrica las remeras marca “Mundo Alameda” y “No Chains” de diseños propios y que tienen como propósito la difusión de la lucha contra el trabajo esclavo. La primeras denuncias sobre trabajo esclavo y trata de personas para la prostitución llegaron después del 2003, ya hacía dos años, que por el frío, la lluvia y el abandono, habían decidido tomar el predio que hasta el año 97 había sido el bar Alameda, mantuvieron el nombre, generaron el comedor popular que hasta entonces era la olla popular de la esquina del Parque Avellaneda, albergaron en su momento a los que pudieron, y esos mismos vecinos decidieron seguir funcionando por fuera de partidos y del sistema, “sin nadie en el medio” escribió Casciari en la primera editorial de la revista “Orsai” y bien podría utilizarse el termino para este caso. Las denuncias llegaron desde los rincones del barrio, los denunciantes habían llegado desde gran parte de países vecinos, sin documentación, habían bajado en Liniers y los habían instalado en una habitación con la promesa del trabajo y las mejoras de vida intactas. Ahí se habían quedado los denunciantes, sin documentos para hacer denuncias, sin conocidos en el país y sin ley que los ampare, hoy llevan denunciadas más de cien marcas, entre la que se encuentra la marca Awada de la familia de Juliana Awada, esposa del jefe de gobierno porteño Mauricio Macri.
Las historias sobre personas víctimas de la trata se escapan como fantasmas, la mayoría de las veces las víctimas son mujeres, extranjeras e indocumentadas que no saben de derechos, pocas veces se animan a preguntar. Las historias las iremos contando en los próximos meses desde este lugar.
Es difícil imaginar que un lugar como Alameda denuncie al juez Zaffaroni con intenciones políticas, es más difícil aún, pensar que la fundación es “una empresa” como la denominó Víctor Hugo Morales, enceguecido por el amor, frente al juez, en una entrevista realizada el miércoles 3 de agosto en el piso de Continental.