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Por Ayelen Arcos
El día 6 de septiembre en la bolsa de Comercio de Rosario se desarrolló el III Foro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Sostenibilidad. Bajo las premisas de “Valorar la ética, a los demás y al planeta”, promoviendo una “economía más transparente, más inclusiva y verde”, se organizaron una serie de exposiciones en las que participaron empresarios, representantes de diversos organismos no gubernamentales promotores de la economía solidaria, el consumo responsable y el respeto por el medio ambiente, así como periodistas y representantes de la bolsa de comercio rosarina.
Luego del acto de apertura presidido por el actual gobernador de Santa Fe por el Frente Progresista, Cívico y Social, Antonio Bonfatti, se dio inicio al segmento de “Valorar la ética” que contó con las exposiciones de Guillermo Jorge -director del programa de control de corrupción de la Universidad de San Andrés- y la representante de Mundo Alameda y No Chains-Argentina Tamara Rosenberg.
La Responsabilidad Social Empresaria (RSE) nació a partir de los conceptos de responsabilidad empresarial, cuyos primeros esbozos se registraron en la década del 50 en Estados Unidos, de la mano de autores que abordaban las vinculaciones entre las empresas, los negocios, la ética y la sociedad (entre ellos Milton Friedman). El creciente interés otorgado a la RSE responde a una actual estrategia, a menudo considerada de “lavado de cara”, de las mismas empresas denunciadas e investigadas por violaciones a los derechos humanos, laborales y por la destrucción del medio ambiente.
En un evento auspiciado por Molinos (una de las 18 empresas que generan el 80% de contaminación del Riachuelo, con denuncias en Santa Fe por contaminación, etc.), por Cargill (no hace falta especificar), por otras empresas agrícolas, aseguradoras y bancos, y donde Petrobras sponsorea el “evento verde”[1], la disertación de Rosenberg en un auditorio de 700 personas generó comentarios sobre el filo de sus argumentaciones. La representante de la histórica cooperativa 20 de Diciembre, aprovechó el breve lapso conferido a cada expositor para relatar rápidamente la serie de luchas que caracterizó a la historia de la Alameda, y para nombrar “con nombre y apellido” a las marcas más importantes denunciadas por la utilización de trabajo esclavo en la producción de sus prendas. No dudó en mencionar las complicidades políticas en estas formas de producción, inextricablemente unidas al crimen organizado y al lavado de dinero. Como ejemplo, describió la complicidad del ex secretario adjunto presidencial, Fabián Gutiérrez con los propietarios de SOHO (denunciados por fabricar en talleres clandestinos, entre otros ilícitos) y la participación de otro de sus socios, Alberto Fernández (investigado por el regenteo de uno de los prostíbulos VIP de la Ciudad de Buenos Aires) en la comitiva hacia Angola, fomentada por la política de comercio exterior del gobierno nacional. No dejó de mencionarse tampoco las vinculaciones entre el actual mandatario de gobierno porteño y la familia esclavista Awada, recientemente investigada por las vinculaciones entre Cheeky y talleres de costura en los que se explota a migrantes irregulares.
Luego de discurrir sobre la necesidad de una política que promueva la incautación de los bienes de los empresarios que apelan a estas prácticas de explotación, para ponerlos a disposición de los trabajadores se dio inicio a una ronda de preguntas. Se le preguntó si la exportación del modelo comercial y productivo de La Salada, fomentado por el propio gobierno nacional, no significaba que estamos ante la presencia de un gobierno corrupto, Rosenberg respondió “definitivamente, sí”. Tampoco dudó en calificar como pobre la injerencia de las Cámaras Empresariales de la Indumentaria en la promoción de las políticas de RSE. Recordemos que años atrás Fernanda Soria, asesora de Graciela Naum en Responsabilidad Social y Empresaria (luego del escándalo suscitado por la investigación liderada por La Alameda que develó la utilización de talleres clandestinos para la fabricación de prendas, que utilizaría nada más y nada menos que la princesa Máxima Zorreguieta) culminó su charla sobre la importancia de la RSE en la sede de la Cámara de Indumentaria con la expulsión –policía mediante- de un disidente a quien se lo acusó de pertenecer a La Alameda por cuestionar la falta de ética de numerosas empresas denunciadas por esclavizar a sus trabajadores.
Las marcas de indumentaria hoy denunciadas han publicado por todos los medios posibles códigos de ética y códigos de conducta, cuyo estricto cumplimiento barrería con el sistema productivo de los países del tercer mundo donde basan su producción. Las marcas a nivel internacional otorgan un corto plazo -y “algo” de apoyo- a los fabricantes para “corregir los errores”. Así Nike y Levi’s han trabajado en conjunto con otras marcas, para presionar y monitorear a las empresas a las que tercerizan su producción, y garantizar el cumplimiento de los códigos de conducta que sólo los magnates de la indumentaria pueden darse el lujo de escribir con goma de borrar. En una industria caracterizada por un 78% de ilegalidad (de ese porcentaje el 50 por ciento esclavizado), la competitividad basada en la reducción de los costos laborales de los trabajadores no se condice con una práctica coherente de “Responsabilidad Social y Empresaria” a menos que ella implique una mera formulación de principios: la limosna dominguera luego de una semana en pecado. La participación de La Alameda en este foro demostró una vez más que lo que se dice con el pico debe sostenerse con el lomo.
[1] Establecer al foro como un evento verde consistía en planificar una serie de acciones destinadas a regular el impacto ambiental de dicho encuentro: promoviendo el carpooling y el uso responsable de agua en los sanitarios, la utilización de papel con certificación FSC y la medición –auspiciada por Petrobras- de la huella de carbono generado por el evento, la cual sería complementada con la plantación de árboles nativos en espacios verdes de Rosario y el reciclado de los banners por parte de una cooperativa rosarina.