El titular de la ong Alameda y legislador porteño, Gustavo Vera, fue el último orador del Coloquio sobre Refugiados en el Vaticano y encargado de leer el documento final firmado por unos 80 alcaldes.
“No es un encuentro para una foto si no que es el ladrillo fundador de una red de redes de alcaldes, religiones y sociedad civil para la ayuda humanitaria a los 65 millones de desplazados que hoy llegan a Europa”, afirmó Gustavo Vera, en el día de los derechos humanos a nivel mundial que coincidió con la última jornada del Coloquio de Alcaldes sobre Refugiados desde la Casina Pío IV, los jardines del Vaticano, a cargo de la Academia de Ciencias.
Fue el propio canciller de la Pontifica Academia, el argentino monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, quien presentó al último orador del Coloquio, Gustavo Vera, diciendo que “es un colaborador muy importante de este encuentro, un viejo amigo del Papa Francisco y un colaborador en tantas batallas del entonces cardenal en Buenos Aires sobre todo ante las nuevas formas de esclavitud, como el narcotrafico, la trata, el trabajo forzoso y el trabajo infantil”. Luego anticipó Sánchez Sorondo que Vera leería el documento final y dejaba abierta la invitación a que los presentes firmaran el acuerdo con políticas públicas para enfrentar el drama de los refugiados.
Enseguida Vera se refirió al Coloquio como la “piedra fundacional de un encuentro que fue más bien un taller de trabajo práctico de solidaridad con el que huye por guerras, hambruna o métodos salvajes de trabajo”, y añadió el titular de la Ong y diputado porteño “es el primer ladrillo de la red de redes, en los territorios donde ya se está viviendo el drama. Ahora tenemos que lograr que más alcaldes y de mas continentes, y hacer una cooperación práctica entre el sur de Europa, con África, para poner fin a la causas de millones de refugiados, porque un ínfima minoría deja su país por voluntad. Tenemos que terminar con los problemas que generan los refugiados como la guerra en Siria, que se cumpla el acuerdo de Paris por el Cambio Climático, y terminar con las practicas salvajes en la agricultura que generar las multinacionales”.
En la declaración de Alcaldes se recuerda que fueran las ciudades europeas, algunas de ellas más antiguas que el cristianismo como Atenas, Roma o Lesbos, han sido ejemplos de acogida de inmigrantes “por ello tenemos que hacer memoria para enfrentar hoy la mayor crisis de desplazados desde la segunda guerra mundial. Por ello debemos estrechar brazos de solidaridad y crear una red de alcaldes con ciudades acogedoras, y corredores de refugiados seguros”.
Las políticas públicas para los refugiados que los alcaldes se comprometieron efectivizar sería sostenida, según la propuesta del documento leído por Gustavo Vera, con el dinero de los propios paraisos fiscales que deben ser eliminados.
http://www.pas.va/content/accademia/en/events/2016/refugees/declaracion_final.html
Declaración final de los alcaldes europeos. Europa: los refugiados son nuestros hermanos
Las ciudades de Europa que representamos son agrupaciones de pueblos anteriores a las naciones, muchas de ellas incluso anteriores al cristianismo, como Atenas, Roma, Lesbos y otras. Algunas de tales ciudades han sabido crear modos de convivencia y acogida que hoy son modelos de imitar. Atenas, por ejemplo, está en el origen de la democracia moderna; Florencia en la abolición de la pena de muerte. Europa en general, después del mensaje de Cristo, significa también reconocimiento de la dignidad humana de cada persona, de su libertad y de la paz como bien supremo.
Por ello, para penetrar en nuestras obligaciones respecto de los refugiados, debemos tener memoria de las maneras en que nos hemos sabido organizar en ciudades y luego en naciones durante el curso de la historia. Las grandes ciudades de Europa – como también luego las de Américas y Asia – que ahora se enfrentan a la mayor crisis de desplazados desde la Segunda Guerra Mundial, deben hoy como ayer reunirse en la buena fe, la confianza y la esperanza, en la amistad, concordia y justicia, estrechando brazos de humanidad, integración y solidaridad.
Esta conciencia europea presente en los representantes de sus ciudades, nos lleva a pensar en la necesidad de crear una red de alcaldes capaces de concebir ciudades acogedoras, refugios, que sepan organizar corredores humanitarios europeos, seguros y regulares -reconocidos por la comunidad internacional-, y practicas solidarias. Los Alcaldes, así más empoderados, podremos ejercer mejor nuestras responsabilidades en una más armónica articulación con las instancias de gobierno regionales, nacionales e internacionales.
La nueva red debe estar centrada en el encuentro humano y basada en una visión animada de la interculturalidad, con una participación activa de la sociedad civil – incluido el tercer sector-, y de las tradiciones religiosas, donde debe primar el actuar en la defensa y promoción de la dignidad humana, de la libertad, de la justicia, de la integración y de la paz, más allá de los debates sobre las diferencias. Debe mirar el futuro común por construir más que la diversidad del pasado.
La nueva red de Alcaldes debe además promover una amnistía u otra solución para las víctimas de las formas modernas de esclavitud y de la trata de personas, en términos de trabajo forzado, prostitución, y trafico de órganos.
La red debería contribuir a restaurar un sentido de justicia y de oportunidad para la condición trabajadora desencantada, los jóvenes desempleados y a quienes la persistente crisis financiera y la subcontratación laboral han perjudicado económicamente. Esto implica por parte de los estados implementar un amplio programa de gasto social en salud, educación, capacitación, cesantías y apoyo familiar, financiados a través del cierre de los paraísos fiscales. También implica otorgar a Grecia el alivio de la deuda, con la esperanza de poner fin a la prolongada crisis de la eurozona.
La ayuda humanitaria a los desposeídos, animada por el espíritu de caritas y de la ética del cuidado, hoy debe ser informada y ayudada por nuevos descubrimientos académicos y científicos en los campos de salud, salud mental, trauma, educación y bienestar.
La guerra y el terror, la pobreza, la creciente desigualdad, el cambio climático, la degradación y los cataclismos ambientales, están detrás del mayor desplazamiento forzado en la historia del hombre: más de 65 millones de seres humanos.
Esto pone de relieve la absoluta necesidad de pasar de una estrategia basada en la defensa y la guerra a otra focalizada en el desarrollo sostenible e integral, especialmente en el caso de los países más aventajados. Los muros nunca sofocaran la búsqueda de seguridad, dignidad, bienestar y paz. Las ciudades deben construir puentes de amor, de caridad, de solidaridad, de buena fe, de confianza y de esperanza. Puentes para sanar a nuestros hermanos refugiados, a nuestras hermanas refugiadas, a nuestros niños refugiados y así sanar también a nuestra humanidad común.