Defensor de los derechos de los más vulnerables, el legislador porteño Gustavo Vera es quien desde hace ocho años instaló en la agenda nacional la problemática del trabajo esclavo. Amigo del Papa Francisco, analiza la participación del Sumo Pontífice en México y valora la adhesión de los intendentes del conurbano al Pacto de Padua para avanzar en diferentes temáticas que afectan a cada municipio.
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Entrevista: Eliana Ramos / Foto: Juan Carlos Casas
Gustavo Vera es muchas cosas: observador de cuánto negocio ilegal golpee a los más vulnerables e impulsor de la Red Nacional Antimafi a (conformada en 2013) que desarrolla un intenso trabajo en Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Mar del Plata, Rosario y Sunchales, trabaja de forma incansable para dar con las redes de trata laboral y sexual, las coimas, la corrupción y los delitos ambientales como así también el entramado de mafi as y el crimen organizado. Además, es el responsable del partido político Bien Común, que tiene su origen en la organización social La Alameda, que cuenta en su historial con una década de trabajo combatiendo los temas más preocupantes de la sociedad. También es, desde diciembre pasado, diputado en la Legislatura porteña. Desde allí responde en un despacho que lo viste de cuerpo entero: fotos con Jorge Bergoglio sobre la biblioteca, otras del Bergoglio consagrado como Francisco, informes de La Alameda sobre los estantes y detrás de su silla una pintura que muestra la esquina de la Asamblea Popular 20 de Diciembre, de Parque Avellaneda. Lo de Vera no es tanto poner el ojo en donde nadie lo ha puesto, sino poner el cuerpo donde nadie -ninguno, jamás- había querido meterse: las mafias de los talleres clandestinos donde crecen niños y niñas, donde esclavizan personas a cambio de un techo indigno.
-Uno de los puntos del Pacto de San Antonio de Padua que ver con una tarea que viene haciendo: el combate del trabajo esclavo ¿Cómo ve que esta temática sea tratada con interés dentro del Pacto de Padua?
-En primer lugar “Fe sin obra es una fe muerta”, decía Santiago, por lo tanto estas intendencias que han firmado este pacto tienen un montón de problemáticas vinculadas al narcomenudeo, al trabajo esclavo, al trabajo semiforzoso. Muchas comisarías que están en una situación de recaudación de cajas negras con desarmaderos, bunkers, prostíbulos y talleres clandestinos tienen mucho trabajo para hacer y la mejor manera de ratificar el pacto cada tanto, a medida que se vaya ampliando a más intendentes, es mostrar resultados concretos. Recuerdo que cuando Francisco citó a especialistas de distintas partes del mundo a discutir en el primer coloquio sobre trata y crimen organizado (noviembre de 2013), inmediatamente después citó a la policía porque quería saber qué habían hecho en los principales países respecto de estos temas, después citó a los alcaldes, luego a los líderes religiosos. Va buscando la manera de que esto se convierta en algo sincero y pelear para que estos delitos sean considerados de lesa humanidad porque afectan la vida, la libertad, la dignidad de las personas. Ahora, Francisco está citando a jueces y fiscales para que de alguna manera socialicen cuáles son los procedimientos, en qué estado están en la lucha contra estos delitos. Hay que evitar que se convierta en una simple declaración de tipo nominalista.
-¿Creés que es posible con la realidad política-social de nuestro país trabajar en forma conjunta para evitar el trabajo esclavo en talleres clandestinos?
-Claro que creo que es posible porque hace siete u ocho años hablábamos de trabajo esclavo y nos miraban con cara de locos; hoy todo el mundo lo reconoce, hay dos leyes de trata, hubo procedimientos, hubo incautaciones. A mediados de febrero se allanó un campo por trabajo esclavo y se mantuvo la continuidad laboral. Empieza a haber un despertar de la conciencia en algunos funcionarios, jueces, legisladores. Esto se ve reflejando en la agenda pública cotidiana. Este tema compete fundamentalmente a los funcionarios que son quienes tienen que organizar y administrar la sociedad en torno al bien común pero también a la sociedad que tiene que estar atenta, controlarlos e indignarse frente a estas cuestiones. Esto tiene que ver con la conversión cultural “que no sólo es individual sino comunitaria”, dice Francisco.
Gustavo Vera habla sin papeles a la vista. Guarda en la memoria fechas de lugares y nombres de jueces, destino de causas judiciales, apellidos de los procesados y situación de las víctimas de prostitución o explotación laboral.
-Respecto a la contaminación en la Argentina ¿hay un trabajo real para evitar el desmonte, el avance en la contaminación de los ríos y los suelos?
-Estamos en un país fuertemente sojizado, lo que a largo plazo destruye la capacidad productiva de las tierras: no se apela a la diversificación de cultivos, a la estructuración de pequeñas comunidades campesinas. Tenemos el glifosato, los transgénicos en gran escala, lo mismo que los pesticidas que envenenan gente; tenemos a las mineras que están con el extractivismo provocando una destrucción importante de la biodiversidad y del agua y no sólo no se las castiga sino que las premia con el levantamiento de las retenciones (se refiere a una reciente medida del presidente de la Nación, Mauricio Macri). Entonces, cuando escuchás a un ministro de Medio Ambiente que va a aplicar las políticas de Laudato Si’ y en la práctica ves todas estas cosas. Ahí te das cuenta que todavía tenemos mucho fariseísmo en la Argentina, mucho nominalismo entre lo que se dice y después se hace. Esto no quita que haya algunos funcionarios que sean sensibles al tema.
Respecto a las doce intendencias que firmaron el Pacto de San Antonio de Padua, Vera puntualiza una serie de problemas que hay en cada uno. “Hay contaminación en los ríos. Tenemos que reclamar a los que de alguna manera concentran el presupuesto ya que es bajo para cada intendencia”. El legislador ejemplifica esto con el dinero que recibe cada municipio comparado con el de Capital Federal. “Con un total de 2,2 millones de habitantes se destina a la ciudad un presupuesto de 110 mil millones de pesos y a La Matanza, con 1,7 millones de habitantes, se asignan 4.000 millones de pesos -detalla-. Es una diferencia monstruosa. Hay una gran arbitrariedad en la distribución de la coparticipación, incluso a nivel de cada intendencia”.
Trabajar en y desde la sociedad
-¿Cómo se puede tratar en la mesa del Pacto el tema del narcotráfico?
-Hablando con la verdad, hay que ponerse en concordancia. Estamos para colaborar, lo que significa armar un mapa del delito con los intendentes, indicando dónde están los desarmaderos, los prostíbulos, los buscas, los lugares contaminados. La propuesta es trabajar desde la sociedad civil y ofrecer charlas con lo que signifi ca Laudato Sí’: cambiar el mundo antes de que sea tarde, y cambiarlo desde el propio barrio, desde la comunidad, desde el trabajo civil. Hay que ver integralmente el problema, hay que ver toda la interrelación de estos aspectos.
-¿Qué balance hacés de la visita del Papa a México?
-Fue un viaje bien con sello “bergogliano”. Primero eligió la hoja de ruta que jamás le hubiera armado el gobierno y que le hubiera gustado ocultar. Trataron de desalentar en todo momento la conexión espiritual de Francisco con el pueblo e inventaron historias para tratar de sabotear el discurso, pero el mensaje de Francisco fue fuertísimo. Planteó el tema de la mafi osidad: esta cuestión de la corrupción y el narcotráfico que no sólo está instalada a nivel del gobierno sino inclusive la aceptación de algunos obispos y algunas iglesias. Señaló el problema cultural de ser permisivo con estas cuestiones, llamó a la conversión espiritual, hizo una defensa fuertísima de los migrantes, denunció el trabajo esclavo y las diversas formas de esclavitud. Personalizó la forma en que la iglesia tenía que actuar de modo profético cuando homenajeó a Samuel García Ruíz (obispo mexicano fallecido en 2011), un sacerdote injustamente perseguido y no reconocido por su vinculación profunda con los pueblos originarios y la defensa de los más excluidos; trató de hacerlo desde las raíces del pueblo mexicano y por eso estuvo enmarcado en la virgen de Guadalupe y en la historia más profunda de ese pueblo.
Vera pone el ojo en la difusión para decir: “Ningún medio habla que la república centroafricana en la que se armó una mesa de diálogo de quienes se estaban agarrando a tiros, y los episodios de guerra civil fueron reducidos a su mínima expresión tras el paso del Papa”, cuenta.