Los hijos del exilio se reunieron en el barrio porteño de Monte Castro. Una multitud de hombres altos, con túnicas de diversos colores caminaban en sandalias o descalzos por Mercedes, entre Alcaraz y Miranda hablando en su dialecto. Fue el domingo 28 de octubre durante todo el día. Los vecinos miraban con atención y hacían correr todo tipo de versiones de la presencia de estos jóvenes negros que llegaron de Senegal, un país del continente africano a orillas del océano Atlántico.

Por Lucas Schaerer

Su lengua natural no la perdieron, aunque hablan francés el país que los colonizo,  tampoco su tradición religiosa. Son musulmanes. Y celebraron el Grand Magal de Touba unos 4 mil senegales que viajaron hasta las instalaciones de All-Boys desde el conurbano bonaerense y los barrios del centro donde se concentra la mayoría (Constitución, San Cristobal, Once, Almagro). Había algunos niños con sus madres. En la calle colocaron una castillo inflable para los pocos chicos y las mujeres se mantenían en la vereda donde se habían colocados las mesas para almorzar. Al interior de las instalaciones del club, frente al estadio, ingresaban en tandas a rezar, a bailar y cantar. Eran tantos que había más en la calle y hasta en la plaza Monte Castro disfrutando de este domingo de celebración religiosa y encuentro, de una comunidad muy trabajadora y unida justamente por ser hijos del exilio. Así como lo fue Amadou Bamba en Gabón. En la fecha que nació este líder religioso, Senegal se pone de fiesta y en Monte Castro vivieron este año el nacimiento de la hermandad Magal, que es la palabra wolof que significa al honor, a celebrar, magnificar. El gran Magal consiste en dar gracias a Dios.

Muy pocos argentinos se encontraban en la celebración, algunos de ellos eran miembros de la Fundación Alameda, nacida justamente con los migrantes bolivianos del barrio Parque Avellaneda. Ellos fueron junto a Flexa Correa Lopes, un brasileño nacionalizado argentino, asesor del senador nacional Fernando “Pino” Solanas.

Por su religión no beben alcohol, tampoco fuman. Eran tantos miles y el espacio le quedó chico que las mujeres estaban celebrando en otro sitio.

Han sido noticias los senegaleses por la persecución policial en la venta ambulante, el trabajo que parece se les impone no solo en Argentina en el mundo, pero su celebración religiosa y pacifica en la Ciudad de Buenos Aires no fue noticia para los grandes medios.

Los jóvenes senegaleses trabajadores están tejiendo amistad con la comunidad judía sefaradí. Es que el  gran rabino sefardí y presidente de Menora, Organización Mundial para la Juventud, Isaac Sacca, por intermedio de la Alameda de Gustavo Vera, los recibió en su sinagoga de la calle Camargo para brindarles todo su apoyo en la construcción de paz y lograr su integración en nuestro país. De hecho los jóvenes judíos sefardíes y los senegaleses están a semanas de realizar el partido por la paz. El fútbol los volverá a unir esta vez en la cancha de Atalanta el próximo miércoles 21 de noviembre.

En tiempos que se instala la división y el odio al otro y sobre todo el extranjero, en la Ciudad de Buenos Aires se sigue trabajando la cultura del encuentro. 

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