La fundadora de la cooperativa Mundo Alameda e impulsora de la Campaña Ropa Limpia, Tamara Rosenberg, remarcó que con el eslogan de “Ropa Limpia” los emprendedores demostraron “que se puede fabricar de la mejor manera, con todas las normas y vivir de esto”.
“Todo comenzó cuando les mandé un mail a los emprendedores con el títyulo de ‘Ropa Limpia’ y les dije contrarrestemos la parte negativa. Demostramos que se puede fabricar bien y que se puede vivir de esto”, precisó Rosenberg en una entrevista al programa “Lo mejor de tí”, que conduce Silvina Chediek por Canal 21.
Asimismo, explicó que No Chains (Sin Cadenas) “es una marca global que se formó con cooperativas de Asia. Los diseños son producto de concursos de diseñladores de todo el mundo y se ven en diferentes culturas e idiosincrasias”.
Tamara indicó que “la compra de esas prendas tienen que ver con seguir sosteniendo las fuentes de trabajo” y reveló que “# el excendete de dinero sirve para crear un fondo, con el objetivo de que algún emprendedor que se quiera sumar use el mismo para sus primeras producciones”.
AUDITORIA DE MARCAS
Rosenberg contó que “en la actualidad hay un programa del INTI que es voluntario y que se originó en 2006, y consiste en una auditoría”, pero aclaró que “en el país hay 10 o 15 marcas que se sometieron a la misma, aunque dos de ellas terminaron el proceso”.
“¿Qué pasa con las miles de marcas que no se auditaron? Está claro que no se quieren auditar porque no tienen todo en regla. Por eso, queremos que ese programa sea obligatorio y no voluntario, lo mismo que hacen cuando se certifican los productos de las empresas alimenticias”, afirmó la referente de la cooperativa de la Alameda y Campaña Ropa Limpia.
LOS TALLERES ESCLAVOS
Por otra parte, advirtió que tras las denuncias que iniciaron por talleres textiles clandestinos “hubo muchos intermediarios procesados y condenados, pero no se condenó a ningún dueño de las marcas que los contrataron”.
“Eso es bastante desalentador para los que trabajamos en el tema, porque si no se llega al último responsable esta cadena va a seguir de manera ininterrumpida”, añadió.
LA HISTORIA DE TAMARA
La fundadora de la cooperativa La Alameda contó que en 2001 empezó “a participar en la asamblea barrial de Parque Avellaneda” durante la crisis que envolvió al país y con un grupo de vecinos le dio continuidad a la asamblea hasta que formaron la cooperativa La Alameda en el restaurante que había cerrado y que llevaba ese nombre.
Allí empezaron con un comedor, porque “se empezó a ver cuáles eran las necesidades de los vecinos y mucho gente empezó a venir al comedor comunitario”.
“Nosotros hablábamos con las personas que venían habitualmente y nos encontramos con la misma problemática, la misma historia: personas que venían de países limítrofes, que les habían prometido trabajos buenos y en dólares, con salud y educación gratuita. Pero cuando llegaban a la estación de micros de Liniers se encontraban con otra realidad”, explicó.
Y agregó: “De Liniers los llevaban por ejemplo a Parque Avellaneda y los ubicaban en habitaciones pequeñas, precarias, con dos máquinas de coser y también se ubicaban sus familias. Se la pasaban cosiendo durante 14 o 16 horas diarias y les daban un plato de comida para todos”.
Rosenberg sostuvo que para que sea completo el trabajo esclavo “les decían que el documento por cuestiones de precaución los guardaba el dueño del taller, les decían que no salieran a la calle porque los argentinos eran malos y si los agarraba la Policía los iban a deportar”.
LA CRUEL TERCERIZACION
Tamara recordó la tragedia del taller de la calle Luis Viale, ocurrida en 2006 en La Paternal, en la que murieron seis nenes y dos adultos, y remarcó que “recién este año procesaron a dos responsables del taller, pero la condena no llegó para los dueños de las marcas para los que trabajaban esos procesados”.
Asimismo, detalló cómo operan los talleres clandestinos y las grandes marcas al señalar: “La firma tiene bajo su control el corte, el diseño, la administración, la comercialización, el corte y el marketing. Lo que tercerizan es la confección, la estampa, las terminaciones, el empaquetado. Esa parte se la dan a un intermediario que probablemente tengan su taller en regla, pero alagarrar tanto trabajo lo van tercerizando a su vez también a otros talleres, los cuales ya no están en blanco, ni habilitados como corresponde, cuidando la cuestión de la higiene sanitaria”.
“Entonces, el dueño de la marca pierde ese control, pero hay una ley que es la ‘ley de trabajo a domicilio’, que los hace solidariamente responsables de lo que suceda con los últimos eslabones de la cadena. Puede ser que esos dueños miren para otro lado, porque es como que eso está instaurado en el mundo, pero de eso se debe ocupar el Estado. El Estado tiene que evitar que sucedan esas cosas, porque es responsable que se cumplan los derechos de esas personas. Además, hay evasión sindical y fiscal. Es muy grave”, precisó.