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ni esclavos ni excluidos

Trata sexual y virtualidad, histórica primera sentencia del país


Captadas a través de falsas promesas de trabajo que supuestamente les permitiría ganar dinero de forma rápida,  se constató la explotación sexual de tres mujeres, una de ellas bajo la modalidad virtual a través de plataformas como “Chaturbate” y “Strip chat”. Además, se ordenó la reparación económica a dos sobrevivientes y el embargo de una vivienda en calidad de instrumento del delito.

Fredy Junior Arturo Zea Ricardo (38) fue condenado a 25 años de prisión por haber sido autor de los delitos de trata de personas con fines de explotación sexual agravada y de abuso sexual reiterado contra tres mujeres vulnerables. Lamentablemente, una de ellas se suicidó mientras cursaba un tratamiento psicológico y psiquiátrico para mitigar las graves secuelas que la explotación le había dejado.

La explotación se produjo entre los años 2017 y 2020, destacando como el delincuente adaptó la explotación sexual, inicialmente presencial en departamentos ubicados en la Ciudad de Buenos Aires y luego, con las restricciones que se produjeron durante la pandemia, a la modalidad virtual.

Dos de las  víctimas fueron captadas a través de anuncios publicados en el diario Clarín, de acuerdo a los cuales se solicitaban modelos para lencería, sin necesidad de contar con experiencia previa. En estado de vulnerabilidad les hacía creer que formarían parte de una sociedad, con rápidos ingresos y mínima actividad. En tanto, la tercera mujer fue contactada en un boliche de zona sur, a la cual le ofreció trabajo como promotora.

En los tres casos, fueron inicialmente citadas en departamentos ubicados en la Ciudad de Buenos Aires con la excusa de realizar las primeras fotos. Una vez en el lugar, fueron puestas en cuativerio, abusadas sexualmente por el propio condenado y obligadas a mantener relaciones con terceros, quedándose con la totalidad de las ganancias el explotador y entregándoles sumas de $500, con las que debían comer y adquirir productos de aseo personal. Las mujeres fueron rotadas por distintos domicilios alquilados, estando el traslado a cargo del propio explotador.

Dos de las víctimas lograron huir de los departamentos realizando denuncias que luego se unificaron, en tanto en el tercer caso, una vez detenido el agresor fue reconocido por la víctima quien se acercó a la justicia y se constituyó en querellante.  Si bien en dos de los hechos denunciados las víctimas lograron escaparse, una de ellas fue mantenida en cautiverio y explotada durante la pandemia de Covid-19, momento en el que la explotación se adapta en largas y extenuantes jornadas en plataformas virtuales, mientras seguía sufriendo los abusos sexuales por parte de su victimario. Debía exhibirse a través de una cámara web proporcionada por el propio explotador.

La fiscalía hizo constar las constantes humillaciones, padecimientos, amenazas, golpes y abusos sexuales a los que las tres víctimas fueron sometidas. Uno de los testimonios relata que sólo le permitía dormir cinco horas por día y únicamente media hora para el almuerzo. Asimismo, se pone de relieve el ingenio del explotador para ajustar su actividad delictiva a la modalidad virtual, sosteniendo la explotación y la ganancia de dinero.

La sentencia, cuyos fundamentos serán dados a conocer el 15 de mayo, además de establecer 25 años de prisión para el explotador, ordena reparar a las víctimas, no sólo en el orden económico. Asimismo, solicita la extracción de copias de las declaraciones de las víctimas y de los 21 testigos para ampliar la investigación a otros cómplices e integrantes de la red y embargar una vivienda ubicada en Ezpeleta, en la Provincia de Buenos Aires, que se constituyó el centro de operaciones del explotador y el lugar en el que se escondió de la acción judicial.

Desde la Alameda, hacemos especial hincapié en la necesidad de vincular a la trata de personas, en todas sus modalidades, con los enteornos virtuales, no solo para realizar fuertes tareas de prevención, si no también para mejorar las investigaciones en el ámbito virtual y sistematizar los graves daños que sufren las personas víctimas, muchas veces teniendo un mínimo contacto con sus explotadores. La pandemia de la Covid-19 y las restricciones que debieron tomarse para cuidar a la población, supuso una acelerada migración de las redes de criminalidad organizada al ámbito virtual, situación que se dio en todo el mundo y no solo para la trata sexual.

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